El Borriol infligió al Castellón una de las derrotas más dolorosas de los últimos tiempos. Un 4-0 que, incluso, se quedó corto, de la mano de la legión de exalbinegros, la mayoría de los cuales ha abandonado Castalia como perros apaleados y a los que Pedro Fernández Cuesta ha acogido como hijos pródigos, dispuestos a cobrarse una vendetta, cuanto más pronto y sangrante mejor. Con 17 ex en las filas rojillas, simplemente por cuestión de probabilidad, estaba más que cantado que cualquiera podría erigirse en verdugo, pero es que nadie desentonó en la sinfonía interpretada por el Borriol, empezando por su director (Cuesta) y terminando por el último de los solistas, cada un instrumento (el violinista David Colomer, el percusionista y bigoleador Víctor Pino...).

Lo único que ganó el Castellón, fue el sorteo previo al derbi. No era una cuestión baladí, porque los de Calderé pasaban a tener el viento a favor y los locales, el sol de cara. Pero es que la catástrofe fue que a falta de fútbol y de otros atributos, los albinegros fueron incapaces, siquiera, de apoyarse en los elementos para frenar el ímpetu local. Dos minutos y Colomer encontró a Pino, que remachaba en área pequeña (1-0).

El Castellón estuvo siempre fuera del partido. El planteamiento inicial ya llamaba a la confusión, con Javi Selvas de mediocentro (como en Ferrol) y Álvaro relegando al banquillo al capitán Guille Vázquez. El gol en contra incrementó la vulnerabilidad de un equipo superado por los acontecimientos nuevamente. El baile del Borriol, total. Héctor Zaragoza tuvo el 2-0, poco antes de que Escudero despejase el empate de Castells. Un zapatazo del inesperado central, con Quique deslumbrado, fue otra de sus escasas respuesta, después de que Calderé ya hubiese movido ficha (Meseguer por Castells), acentuando el desbarajuste táctico que ha instaurado. Este disparo de Álvaro, en el minuto 38 del primer tiempo, fue el último de los albinegros ¡en toda la tarde!

LA DEBACLE // El viento desapareció en el descanso, pero el Borriol volvió con un huracán, pese a que Tabares no jugase ni un solo minuto. Pino castigaba la laxitud albinegra con un voleón, otra vez recién iniciada la contienda (min. 49). Lo peor fue la bajada de brazos de los orelluts, con muy contadas excepciones. Los goles de Héctor Zaragoza (58’) y el penalti transformado por Charly (76’) reflejaban esos dos mundos que confluían en El Palmar.

El Castellón llegaba sin delanteros, pero no perdió el partido por las bajas. El Borriol le sometió a una sesión de baño y masaje en toda regla, que deja tocados a todo el mundo, empezando por Calderé y acabando por el último de los que jugaron. Y, ¡ojo!, que el liderato está a ocho puntos... H