Ha sido inevitable derramar alguna lágrima”, decía Bruno Soriano tras disfrutar al lado de los suyos de uno de los días más felices de su vida, esta vez sin un balón de por medio, aunque su principal herramienta de trabajo tiene la culpa de que, desde ayer, el capitán del Villarreal sea el primer Hijo Predilecto nombrado en su localidad natal, Artana.

No solo el alcalde, Enrique Vilar, y la corporación municipal; centenares de vecinos --cómo no, encabezados por sus padres, Rosario y Esteban, y sus hermanos--, todos los que pudieron encontrar un hueco en el abarrotado centro cultural de la población de la Plana Baixa, estuvieron al lado de su ídolo. “Sin mi familia hubiera sido imposible llegar adonde he llegado, pero tener a todo un pueblo detrás ha sido muy importante en mi carrera. Siempre les he notado a mi lado”, decía Bruno, con la mezcla de lógicos “nervios” y el “orgullo” por un reconocimiento hasta ahora inédito en Artana.

El nombramiento de Hijo Predilecto, al que ayer se unió la inauguración de una plaza con el nombre del capitán amarillo, es el punto culminante de unos dos últimos años difíciles para el centrocampista, tras el descenso del equipo de su vida a Segunda. “Hay que valorar cada momento de estos dos últimos años, en los que se ha sufrido y lo hemos pasado mal, pero también ha servido para poder disfrutar ahora de un excelente momento”, comenta Bruno, que no se sorprende por la rapidísima recuperación experimentada por el Villarreal.

“Desde que decidí quedarme de por vida en el club, siempre he confiado en volver a estar arriba y en Europa. Sabía cómo se las gasta el presidente y que pondría todo de su parte para volver a armar un gran equipo”. Elogios de ida y vuelta. “El que le ha dado su pueblo es un premio justo a su entrega”, destacó Roig, que ya hace dos años que le otorgó a su capitán el título de Jugador Predilecto. H