Bruno rescata las opciones del Villarreal de cerrar la fase de grupos de la Europa League como primero dependiendo de sí mismo. Solo servía ganar y se ganó. Con mucho sufrimiento pero con méritos. Cuando más hacía falta el Villarreal derrochó casta y carácter, supliendo esas virtudes que todavía Marcelino sigue buscando para su equipo. No se vio la mejor versión del Submarino, pero sí a un equipo sólido que luchó hasta el final. Ese es el camino a seguir a pesar de que las lesiones se siguen cebando en este Villarreal que ayer tuvo que volver a hacer encaje de bolillos para suplir las ausencias. Anoche se retiró Bakambu con una visible cojera y deja a su técnico sin delanteros natos para viajar a Getafe. Pero ayer tocaba Europa League y el difícil trámite se solventó con ese gol de Bruno. El Madrigal volvió a ser talismán en Europa.

El Villarreal cumplió fuera del terreno de juego el objetivo básico que era la clasificación para dieciseisavos con la derrota del Plzen en Bielorrusia. En el campo faltaba reforzar la opción del liderato y Marcelino dejó claro que por su mente solo pasaba el objetivo máximo con la confección de un once titular que se podía considerar como el de gala. Con solo un central disponible, Mario hubo de ser reubicado para formar tándem con Víctor Ruiz, y se vio obligado a alinear a los dos únicos delanteros sanos, con el riesgo de perder a Bakambu para el partido de Getafe, donde Soldado también será baja por tarjetas. Las incógnitas que pudieran existir para el centro del campo las resolvió con Jonathan y Bruno, con Castillejo y Denis en bandas.

El Villarreal recuperó la cordura perdida en el partido de Liga contra el Eibar con la fiabilidad defensiva como principal fundamento para vencer al Rapid. En ataque el equipo de Marcelino continúa sin profundidad y lucidez. Ahora, crear una ocasión de gol es como encontrar agua en el desierto para el equipo amarillo.

UN RIVAL DURO // Al Rapid le servía el empate y no tenía necesidad de arriesgar. Los austriacos, no obstante, demostraron en el Madrigal que son un equipo serio que sabe jugar con criterio y, sobre todo, con buen gusto. La igualdad era absoluta, incluso en ocasiones de gol. Una para cada equipo en el primer tiempo. Una acción individual de Denis Suárez con pase atrás sin rematador, se convertía en el único apunte ofensivo del Villarreal. El Rapid dispuso de la suya, tampoco demasiado clara, en un tiro que se le resbaló a Barbosa de las manos. Y para más inri, Bakambu comenzó a evidenciar visibles signos de cojera. Las lesiones continuaban sin dar tregua al Submarino. El congoleño volvió al campo tras el descanso, jugó cinco minutos casi a la pata coja y tuvo que ser sustituido por Samuel. Restaban 40 minutos para lograr ese gol que mantuviera abierta la posibilidad de ser primeros de grupo.

El partido no modificó tras el descanso ni una letra su guión en la segunda parte. El fútbol sin ocasiones es como un huevo sin sal o una paella sin arroz. Al Villarreal le continuaba faltando una interpretación clara de la partitura del juego ofensivo, pero a pesar de ello se aprovechó de tener a un futbolista como Soldado que siempre está bien colocado. El 9 amarillo estrelló un balón en el poste a tras recoger un rechace después de un tiro de Samuel García, en lo que se podía considerar la segunda ocasión del partido y la más clara. Pero si algo no se le puede discutir a este grupo que dirige Marcelino es actitud y orgullo profesional y de ellos echó mano el Villarreal para ganar un partido que se le había atascado.

OFENSIVA FINAL // El camino para romper al Rapid iba a llegar por las bandas. Denis y Castillejo, también con la incorporación de Rukavina, llegaban con más fluidez. El último cuarto de hora fue de dominio absoluto del conjunto de Marcelino. Samu García dio un nuevo aviso pero tardó un segundo más de la cuenta para conectar el tiro y este se le escoró un metro fuera. Pero lo importante era que el Villarreal empezaba a pisar el área y lo hacía con peligro. Con esas premisas el gol tenía que llegar sí o sí... y llegó con una brujería de Bruno.

Si a alguien le hacía falta marcar era al gran capitán, que anoche volvió a ser Bruno con letras mayúsculas. Una acción de talento y precisión que mantenía a su equipo dependiendo única y exclusivamente de sí mismo para concluir la fase de grupos como líder. En los estertores finales se llegó con más peligro y se crearon más ocasiones que en los 85 minutos anteriores. El Villarreal le ganaba al Rapid el coeficiente particular con el gol de Baptistao de cabeza en el Prater por el balón doble de los tantos fuera de casa que deshace la igualada a dos goles en los resultados entre ambos. Un triunfo en Plzen, haga lo que haga el Rapid, dejaría a los amarillos como líderes. Objetivo, de momento, cumplido. H