Más comedido que de costumbre, Ramón María Calderé acude puntual como siempre a la rueda de prensa. El entrenador tarraconense siempre tiene las prioridades muy presentes y no hace esperar más de lo estrictamente debido. Habla bien de lo claras que tiene las ideas incluso en momentos como estos, en que lo pasional puede imponerse a lo racional por lo trascendental de la señalada cita de mañana.

El de Vila-rodona confía en que mañana, cuando salga del túnel de vestuarios, no vea más que gente. Todavía falta pero el lleno, así que se dirige “a los todavía indecisos”, a los que pide “por favor, por favor y por favor, tres veces, que vengan a Castalia y nos ayuden”. El técnico albinegro va un poco más allá: “El Linares no conoce Castalia, pero espero que lo conozca el domingo”.

Calderé trata de ganar todas las batallas que pueda antes de que el balón empiece a rodar. Incluso la del árbitro: “Al juez de la contienda le pido que sea valiente”. “Espero que venga con mucha personalidad. El que nos pitó allí, que no influyó en el marcador, pero no tuvo la tuvo”, manifestó, incluso mostrando su enojo porque aún están pagando el peaje de la agresividad de los azulillos, sobre todo Rubén Suárez.

PARTIDO ABIERTO // Sin entrar a dar pistas, sí que anticipó que el Castellón de mañana será diferente al Castellón de salida en Linarejos: “El equipo va a cambiar bastante, vamos por debajo en el marcador”. “Tenemos que mentalizarnos de que sea un partido abierto porque quiero un partido con goles: solo así podremos pasar y, además, estamos capacitados para hacerlos”, contempló el entrenador del campeón del grupo VI de Tercera, que no ve con malos ojos jugársela en el tiempo extra. “La prórroga nos podría ir bien, señal de que vamos 1-0”.

Al final, el fútbol no es solo ganar o perder, sino los sentimientos que arrastra. Casi en plan metafísico, Calderé, un hombre pasional, apuesta en este trance por la mesura y el cálculo: “Primero hay que poner la inteligencia y, luego, el corazón”. H