Con Manu Calleja, las ruedas de prensa nunca son aburridas. A 48 horas de visitar al Paterna, el entrenador del Castellón habló de cuestiones futbolísticas, pero también de la incertidumbre sobre la delicada situación de la entidad, en pleno proceso de compraventa.

«Para el futuro de este club, el play-off es fundamental. Es una solución: si uno ve Castalia como estaba ante el Gavà, sabe que eso genera ingresos. Estamos deseando meternos, para disfrutar de algo impresionante. Ojalá pueda venir aquí en un futuro a ver un partido en Segunda A o en Primera, pero queremos ser los primeros en lograr que el Castellón esté arriba, eso es lo que nos da fuerza mental», desarrolló el cántabro.

Sin embargo, pelean con un gran peso en su mochila. «Los jugadores, si dijese que están 100% felices, mentiría, pero durante la semana hablamos del Paterna, de cómo jugar...», introdujo. «El mérito es que estemos ahí, luchando. No voy a llorar ni a poner excusas: si no ganamos, es por mi culpa, no debemos ir de víctimas. Tenemos que jugar por la felicidad que da la victoria, porque a los chicos les conforta muchísimo», dijo sobre el efecto liberador de los buenos resultados, a expensas de que el club pueda cambiar de manos, tema por el que pasó de puntillas: «La solución está cercana, pero no puedo ni debo decir nada más».

‘NO’ A MEDIDAS DRÁSTICAS // Si no llega esa solución, ¿qué puede ocurrir? Calleja descarta medidas radicales: «No hay riesgo de plante, esta plantilla va a jugar siempre». «La huelga no sirve de nada: cuando no te pagan, hay que estar más metido, es lo que demuestra tu profesionalidad», añadió. «Creo en las huelgas a la japonesa, no puedes faltar a la gente a la que te debes», zanjó.

Sin embargo, Calleja mide los esfuerzos y empieza a ser costumbre que descansen los viernes: «Es bueno que puedan disfrutar de un día libre, que mañana [por hoy] vengan frescos mentalmente». «Independientemente de la situación, es algo que he hecho en otros sitios», contextualizó.

El propio Calleja no es impermeable a la que está cayendo. «Paso malas noches cuando el partido sale mal, como el otro día, porque soy excesivamente autocrítico y, a veces, me paso», explicó. «Me siento la persona más privilegiada por entrenar a este club y así se lo digo a los jugadores. Daría la vida por ponerme la camiseta del Castellón: yo era un central malo, pero a cabezazos seguro que ganaba el partido», reflejó de una forma muy gráfica.