El Real Madrid encontró el premio al planteamiento valiente con presión alta de Zidane, para remontar con contundencia al Nápoles y mostrar, tras un esfuerzo titánico, credenciales de campeón (3-1).

Era el día para brillar. Lo entendió Benzema, a quien el madridismo más que acierto le pide actitud. Mordió desde el pitido inicial. Se cumplían 25 segundos cuando generaba la primera ocasión clara. En su combinación predilecta, con Cristiano, pero su disparo no lo ajustaba lo suficiente y el puño de Reina ponía el freno. No podía haber mensaje más contundente inicial y respuesta de mayor valentía. El Nápoles solo se encerraría contra su voluntad, por las líneas adelantadas que marcó Zidane para restarle verticalidad. Pero el descaro del grupo de Sarri es innato. No elabora, juega directo. Golpea. Podía ser de locos aceptar el intercambio de golpes o de genio. Y le comenzó saliendo bien la jugada.

Un golpe mermaba a Ramos. Marcelo no encontraba puerta con su disparo y tras dos llegadas que avisaban a Keylor que debía estar despierto en las salidas, de la nada llegó un directo inesperado al rostro madridista. Una mala salida de jugada costó cara. Varane fuera de zona, Ramos sin condiciones para llegar a cerrar, Keylor otra vez descolocado. Como aquel gol que tanto dolió en el Pizjuán. Lo vio Insigne, que castigó el error sin necesidad de avanzar. Su disparo lejano se coló en la portería sin que la estirada de Navas pudiese impedirlo. De salvador a cuestionado.

No había tiempo para las lamentaciones. El Nápoles mostraba las razones de sus meses sin derrotas y obligaba al Madrid a dar lo mejor de sí. Agarrarse a un partido loco era la mejor opción y la intensidad que metieron los de Zidane fue clave. Todo acababa en Benzema, que tras un balón pinchado magistralmente por Cristiano mandaba fuera su primer testarazo. Al siguiente se quitó una espina clavada en el Bernabéu. Carvajal, que firmó un partido para enmarcar, culminaba una subida con un pase de lujo con el exterior medido a la testa de Karim que extendía su idilio con la Champions. La reacción rápida había llegado en diez minutos.

PUDO SER MEJOR // Sin tiempo para respirar perdonaba el Madrid en uno de esos errores impropios de alguien como Cristiano. Apareció Modric para asistir, dejó solo al portugués, que con todo a favor y en carrera, disparó arriba.

La segunda parte sería decisiva en el desenlace del duelo. El Nápoles no especuló y su valentía fue castigada con dureza. Donde comenzó a deslumbrar al mundo cayó Cristiano y desde el costado derecho desató una bicicleta recordando viejos tiempos, se fue con la facilidad que hacía mucho no se le veía y su pase atrás lo remató Kroos con uno de sus disparos que son pases a la red. Era el minuto 49 y una nueva remontada se ejecutaba.

La presión trabajada del equipo de Zidane dio su premio en la lucha de James. El balón llovió del cielo a Casemiro que enganchó una volea magnífica para el 3-1 final.