El Castellón canta las 20 (jornadas sin perder) en una tarde tranquila a pie de campo, pero igualmente convulsa en las gradas. Los albinegros aprovecharon un regalo tras otro del Segorbe en la primera parte (saldada con otro 4-0, como el día del Paterna) para luego hacer la siesta y permitir cierto decoro de los blanquillos. Para los locales, era una jornada de esas marcadas con el cartel de prohibido fallar, habida cuenta de que la mayoría de sus rivales directos también vencieron con cierta holgura. Para los visitantes, se trataba de pasarla con el menor daño posible, dentro de su particular viacrucis después de 20 jornadas sin ganar. El resultado, visto lo visto, fue demasiado aparatoso, pero el peso de la lógica era mucho.

El Castellón venía de gastar mucho, en lo físico y en lo emocional, en las últimas jornadas. Superado su Tourmalet con un sobresaliente, la visita del Segorbe escribía un punto y aparte en su particular singladura de la temporada regular. Calleja reconoció que ya advirtió, en la última de las charlas, que los suyos habían bajado las revoluciones, que su tensión no era la misma que la que venían de exhibir ante el Ontinyent o Xàtiva. De entrada, el Segorbe aprovechó la lentitud y la previsibilidad de los orelluts para ir capeando el temporal.

ATRÁS, UN DESASTRE // No era mala la propuesta del Segorbe, pero hizo aguas en defensa. Yagüe (por dos veces) y Esaú fusilaron, más que remataron, solos ante Kilian. El 4-0, colofón del primer acto, fue un eslálon de Abraham sin que nadie fuera capaz de detenerlo en las decenas de metros que cabalgó. El marcador, contundente como pocos, no ofrecía dudas y dejaba en meras anécdotas las dos veces que Sope miró a los ojos de Zagalá antes de que Guille Vázquez primero y Enrique después se cruzaran en su camino. El guardameta, además, abortó el empate ante un despeje defectuoso de Esaú, tan involuntario como venenoso. La pegada del Castellón puso una infranqueable ventaja entre unos y otros, más todavía teniendo en cuenta las dinámicas de ambos.

El público tenía ganas de más, entre otras cosas porque la celebración de cada gol tenía como remate el Cruz dimisión. Sin embargo, al Castellón le pasó lo mismo que hace varios meses frente al Paterna. No fue ayer un sublime primer tiempo futbolístico, pero si de eficacia, que dejó pasó a un auténtico tostón. Aquel día, como ayer, el visitante se permitió el lujo de marcar el del honor, justo cuando Castalia se relamía ante uno de esos resultados para la historia. Tendrá que consolarse con esa racha vigente de encuentros sin conocer la derrota.

CAMBIO DE DECORACIÓN // El Segorbe recompuso filas en el descanso. Con todo perdido, al menos, pudo recuperar sensaciones. La ocasión más clara del Castellón, en el segundo acto, fue un casi autogol de Bily que Kilian se sacó como pudo. Primero con timidez y luego con más desparpajo, los blanquillos buscaron las cosquillas de Zagalá. Sope, uno de los pocos que se salvaron de la quema en el colista, estrelló un remate en el travesaño y, a 10 minutos del final, resolvió satisfactoriamente, por fin, a la tercera, un cara a cara con Zagalá.

Para entonces, Calleja llevaba tiempo pensando en nuevas batallas, sin duda mucho más exigentes que la de ayer, administrando descansos para unos y minutos de rodaje para otros.