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@jfdelaossa

Los buenos resultados, en cualquier ámbito de la vida, suelen venir ligados al esfuerzo, la dedicación, el trabajo... Sí, valores que obedecen solo a uno mismo. Sin embargo, en ocasiones, la diferencia entre el éxito o el fracaso -o, simplemente, de la normalidad hacia cualquiera de los otros dos extremos, tanto por arriba como por abajo-, dependen de un factor ajeno como la suerte.

¿Este Castellón es mejor que el de Frank Castelló? Pues la verdad es que han llegado menos jugadores de los que se han ido --encima, la aportación de Marc Castells y Cristian Herrera se limitan a los minutos que tuvieron en el José Manuel Pesudo--. Son menos recursos. Sin embargo, ahí están los resultados. Desde que Sergi Escobar tomó el testigo del bocairentí, los albinegros solo han dejado escapar cinco puntos, una cifra realmente llamativa cuando el almazorense ya lleva 10 partidos. Además, ha dejado atrás enero, cuyo mayor peligro era no dejarse puntos frente a rivales de la zona media y baja, acumulando puntos como si fuese una cigarra. Un mes en el que ha pasado de casi olvidarse del primer puesto (pasó las navidades a nueve puntos del Atlético Levante y solo con tres de renta respecto al quinto), a tener el billete para la promoción casi en el bolsillo (el colchón es de nueve). Ahora sí, se puede decir que el Castellón depende de sí mismo para acabar primero.

Un bagaje, repito, con más salidas que entradas, con una serie de jornadas en las que el equipo ha estado demasiado expuesto a un discutible criterio en la gestión de las bajas. Escobar, como entrenador que es, ha asumido el visto bueno en las despedidas de Nico, Javi Zarzo, Guinot y Fonte, pero el club no ha manejado los tempos como debería. No sé, hasta qué punto, es una consecuencia de la abultada nómina de la secretaría técnica del club, con duplicados de cometido (uno de los futbolistas pretendidos en este mercado ha recibido llamadas de hasta cuatro personas en nombre del Castellón) mientras que otras áreas se quedan por cubrir.

LAS PRESTACIONES // El Castellón va sacando adelante esta secuencia de partidos con justicia --aunque no con una excesiva claridad--, a la espera de tests de mayores exigencias, con una aportación coral gracias a las rotaciones y a la obligada (por lo exiguo de la plantilla en determinados momentos) irrupción de los canteranos. Nada que discutir, desde el punto de vista del rendimiento, a Escobar. Si hay un equipo resultadista, ese es el Castellón. Siete años en Tercera División no son muchos; es una maldición, una auténtica condena. Así que las florituras, mejor para otra ocasión. Es lo que pienso yo, aunque puede que algunos de los miles de socios nuevos, esos que no están tan familiarizados con lo que es y supone esta categoría y han vuelto a Castalia no solamente para sumarse a un proyecto ganador, crean que el Castellón está obligado a aportarle algo más desde el punto de vista estético.

No encuentro explicación a que ahora ha encadenado hasta cinco victorias, las afluencias de público, una vez han quedado atrás tanto partido entre semana, se han resentido respecto al inenarrable arranque del campeonato. Máxime cuando la cifra de abonados no para de crecer y ya son 11.000. Imagino que cuando vuelvan esos compromisos grandes, por no hablar de los play-off, todo volverá a ser igual de espectacular que en esos mes de septiembre y octubre, sino más.