Es injusto e incierto decir que los árbitros son los principales responsables del mal inicio de Liga del Castellón, pero lo cierto es que repasando la hemeroteca, el conjunto albinegro merece sumar muchos más puntos de los nueve que ostenta actualmente.

Un año más, los colegiados no están favoreciendo precisamente los intereses del equipo dirigido por Ramón María Calderé. El técnico se propuso desde el primer día no criticar al colectivo arbitral, pero su silencio tampoco está sirviendo para que los trencillas actúen con neutralidad.

El último encuentro frente al Villarreal C ha supuesto la gota que ha colmado el vaso de unas decisiones cuanto menos polémicas. En el mini derbi, Nicolás Garcelán no estuvo acertado en ninguna de las dos áreas. En primer lugar, invalidó un gol de Lolo por un presunto fuera de juego que solo vio el auxiliar. Por si fuera poco, cuando el partido se encontraba ya en sus últimos estertores, Jordi Marenyà fue derribado en el área amarilla. Una acción que incomprensiblemente -ante la proximidad del colegiado a la acción-, no fue castigada.

El Castellón comenzó la temporada con victorias en Ibi y en Castalia frente al Jove Espanyol. Los dos primeros puntos que escaparon lo hicieron en el campo del Acero, en un encuentro marcado por un penalti inicial señalado por unas manos de Gaizka Saizar que despejó un balón colgado al área con el pecho. Frente al Saguntino, ya en Castalia, los albinegros protestaron con razón unas manos en los dominios del meta rival Adrián Lluna que deberían haberse traducido en un penalti que nunca se dio. Se protestó también la pena máxima señalada en Alzira por un derribo de Álvaro Campos en una jugada que venía precedida de una falta a Escudero. Son así muchas acciones que unidas implican un buen puñado de puntos más que necesarios a estas alturas de Liga.

UNA PROTESTA CONJUNTA // Desde el club se está elaborando un detallado informe que se presentará a altas instancias para detener la sangría de puntos que se está dando por esta circunstancia. La reivindicación será escuchada o no, pero por lo menos el derecho al pataleo al Castellón --que hasta ahora ha permanecido en silencio--, no se lo quitará nadie. H