Ni la destitución de Joan Esteva, ni la vitamina aportada por Ramón Moya en su transitorio paso por el banquillo, ni el estímulo de tener a Ramón María Calderé (nuevo entrenador) ya vigilante en la grada. Los albinegros, por momentos, recordaron a los de la pasada temporada, cuando perpetraban un suicidio tras otro ante la atenta mirada de un rival que no creía tanta suerte en forma de regalos, aunque también con rastros del que gustaba hasta hace un mes escaso. El Castellón reaccionó como le correspondía cuando ya era tarde y en clara inferioridad (0-2 y ya con 10), pero sin llegar a evitar el triunfo del Paterna (1-2) pese a que, incluso, lo mereció. Así es este equipo, capaz de lo peor y de lo mejor. Pura carne de diván.

Seis cambios, seis, los de Moya respecto al once de cuatro días atrás, pero toda estrategia que tenía, estalló por los aires a los 25 segundos. Omar cometía un error de benjamín y Robert oscurecía todavía más la noche.

URGENCIAS EN EL MINUTO 1 // Al Castellón le entraron las prisas aun con 89 minutos por delante. Yagüe y Rubén Suárez (balón al poste) pudieron empatar, pero los locales hacían aguas atrás. Reyes tuvo el 0-2, pero dejó el honor a Selu (min. 18), en un despiste colectivo monumental. La opción de arreglar el desastre quedó seriamente afectada cuando Yagüe, autoexpulsándose, mutiló a los orelluts. La bronca que le despidió debe hacerle reflexionar.

Un punto de serenidad, de admitir que no podían hacerse peor las cosas, condujo a los albinegros al 1-2, con Omar arreglando su pifia inicial (min. 36). En sus momentos más lúcidos, incluso opositaron al empate, antes y también a la vuelta del intermedio, con Rubén Suárez (por dos veces) y Carrascosa llamando a la puerta del 2-2 en los primeros 10 minutos de la segunda parte

Álex Ruiz mantuvo en pie el olor a gesta, pero, arriba, siempre faltaban centímetros. Como a perro flaco todo son pulgas, el árbitro y sus auxiliares ayudaron a que el Castellón tampoco sacara la cabeza del agua con decisiones siempre en contra de los locales. Además, Adrià vio la segunda amarilla, a un cuarto de hora del final… y la cosa ya fue imposible, más todavía con la ceguera arbitral en el área del Paterna.

Los orelluts se agarran a Calderé, pero puede que el técnico catalán puede no ser suficiente. El Castellón, que salió del vestuario a saludar porque una treintena de aficionados así se lo reclamó, necesita ir al psiquiatra. H