Un ciclón amarillo pasó por el Ciutat de Valencia. El Villarreal fue infinitamente superior durante los 90 minutos, mucho más de lo que dice el exiguo 0-2 final. El Submarino arranca la Liga con un fútbol de cinco estrellas. Solvencia táctica, rigor defensivo, magia y un juego de toque exquisito, eclosión por las bandas y perfecta sincronización, tuvieron el añadido de varios bocattos di cardinale en forma de jugadas de tiralíneas. La goleada pudo ser de escándalo. Y el Villarreal refrendó las buenas sensaciones de la pretemporada y mejoró aún más la gran imagen ofrecida en Astana en un homenaje al fútbol. El Ciutat de Valencia disfrutó.

La superioridad del Villarreal fue demasiado evidente. El partido se jugaba en el estadio granota, pero el devenir del juego transmitía la sensación de que Marcelino se había traído a remolque el campo del Madrigal detrás del autobús del equipo. El dominio del Villarreal era tan insultante como exasperantes sus desatinos en el remate en el arranque. Salvo un par de acciones por ambas bandas de Xumetra y Nikos, el Levante estuvo totalmente cobijado en su medio campo, entre asustado y aguardando una contra para sorprender al Villarreal. Sí, pero los amarillos supieron volcarse sobre el área granota sin descuidad la retaguardia, donde el tándem Víctor Ruiz-Gabriel logró que se olvidará la ausencia de Mateo Musacchio por lesión.

El núcleo duro del juego del Villarreal generó jugada tras jugada a la velocidad de un procesador de última generación cargada de gigas en su memoria RAM. El Submarino posee esta temporada un centro del campo titular cargado de talento, pero que se sacrifica en defensa con eficacia. Un lujo para la vista y el paladar futbolístico observar como combinan con variedad y riqueza en los detalles y las acciones los Cani, Cheryshev, Bruno y Manu Trigueros. El Submarino ya habría podido marcar dos goles en solo 120 segundos. Gio no llegó por centímetros a un centro pasado del interior zurdo, que medio minutos después ya había estrellado un balón en el larguero tras un limpio remate de cabeza. El ruso era una auténtica pesadilla para la defensa levantinista.

El acoso continuó. El Villarreal continuaba jugando como si fuera el equipo local. Y Gio dos Santos, que ha comenzado la temporada a un altísimo nivel de forma, falló a puerta vacía un gol de esos que no se suelen perdonar en Primera a los cinco minutos.

Bruno y Manu continuaban jugando de fantasía de medio campo hacia arriba y levantando un dique cuando el Levante tenía la pelota. Denis Cheryshev repitió la misma jugada del primer minuto y Gio un idéntico fallo, posiblemente más clamoroso que en acciones anteriores porque el portero granota estaba batido.

En esta ocasión el juego del Villarreal transcurrió más por la vertiente combinativa que por el fútbol largo. El Levante no dejó casi opciones para que el Submarino sorprendiera al contragolpe.

PARÉNTESIS AL DOMINIO // Durante un lapso de apenas 10 minutos, el Ciutat de València se levantó como un resorte y el Madrigal desapareció. El Levante cogió el mando del partido y efectuó un par de escarceos apoyando en la velocidad de sus dos interiores. Y poco más. Asenjo no tuvo problema alguno. Gio volvió a apuntar peligro en un tiro esquinado desde la frontal que se perdió por fuera, con más ruido que peligro real. El primer tiempo, increíblemente, concluyó 0-0.

El Villarreal regresó de vestuarios con el balón pegado a las botas con cola de fijación extrema. Víctor Ruiz cogió galones de mando ante la ausencia de Musacchio. La pelota salía limpia y cuando llegaba a la zona de creación recibía mimos a diestro y siniestro. El juego de toque de los amarillos era preciso y milimétrico. Manu, Cherysev y Cani se montaron un rondo en la frontal del área, mientras Uche traducía las intenciones del mago aragonés y dibujaba un desmarque interior que le dejó solo ante Jesús. El nigeriano ni se inmutó para definir con la misma precisión que la maquinaria de un reloj suizo. El 0-1 reflejaba, aunque con demasiadas limitaciones, las diferencias entre los dos equipos.

FESTIVAL FINAL // El equipo de Marcelino se entregó a la fantasía al verse con ventaja en el marcador. El técnico dio entrada a Espinosa y Moi. El dibujo táctico se modificó ligeramente pasando a un 4-2-3-1, con Cheryshev de enganche. Un balón al poste de Moi tras varias filigranas de Gio dejaba sensaciones de fútbol cocinado con tres estrellas Michelin. Puro arte. Otra delicatessen en la jugada del 0-2. Tic, tac entre Moi, Espinosa y Cherysev --¡qué pedazo de futbolista!-- sentenció. El debut soñado se hacía realidad. H