Por solo dos segundos no fue la París-Niza perfecta para Alberto Contador. Puso todo lo necesario para que la última etapa se conviertiera en el espectáculo perfecto: ataque a casi 50 kilómetros de la meta, el líder (Sergio Henao) contra las cuerdas y sin equipo, ciclistas para acompañarlo hasta las calles de Niza (dos catalanes, David de la Cruz y Marc Soler) y un territorio por los montes que rodean la capital de la Costa Azul que llamaban a una ofensiva en toda regla para ganar por tercera vez la 'Carrera del Sol'.

Sobró el descenso final, en una etapa parecida a la del año pasado,cuando también Contador, acorraló a Geraint Thomas y el británico salvó la victoria por tan solo cuatro segundos. Está claro que estas mínimas diferencias no juegan a favor del corredor madrileño, puesto que el mes pasado Alejandro Valverde lo apeó del triunfo en la Vuelta a Andalucía por un segundo.

Sin embargo, Contador volvió a demostrar que nunca se ha ido, que nunca se rinde, que nunca se conforma, que nunca se entrega y que siempre ataca, que siempre pelea, que siempre va a por la victoria y que le da igual que sea la ronda andaluza, la París-Niza, la Volta, adonde acude en pocos días, o el mismísimo Tour, con el que sigue soñando. Y sueña porque allí quiere pelear para demostrar que ni Chris Froome ni las caídas, que han mermado su rendimiento en Francia estos últimos años, le han obligado a enseñar la bandera blanca para entregarse a otros menesteres profesionales en la recta final de su carrera deportiva.

UN CICLISMO OFENSIVO

Mientras exista Contador, el ciclismo estará vivo. Mientras Contador se mantenga firme sobre una bici, el ciclismo del cálculo, del aburrimiento, del pelotón agrupado, del vamos a rueda que aquí no pasa nada, solo figurará en las carreras donde él desista acudir. Es un ganador nato, que puede perder, como ha ocurrido ahora en la París-Niza, pero no solo entrega cara la victoria sino que hace trabajar al contrincante, al líder de turno, hasta el límite de su existencia para mantener el tipo ante el ciclista madrileño.

No fue el día perfecto para Contador porque quería una tercera victoria en Niza, pero sí que fue una jornada en la que se reencontró a sí mismo y volvió a ganarse la admiración ciclista universal. "Habría sido mucho más sencillo ir a rueda y pensar en la Volta, la siguiente carrera. No he podido, pero estoy muy contento", declaró en Francia.

DOS CATALANES

Fue el día para que David de la Cruz se anotara la victoria y para que otro catalán, Marc Soler, acompañase también a Contador en su cabalgada valiente, hacia lo que al final resultó imposible, por dos condenados segundos, solo dos, suficiente para que el colombiano Henao se sintiera el ciclista más dichoso de la tierra, gracias también a que consiguió pasar el corte en la primera etapa, marcada por la fuerza del viento.

Fue el día de Contador pero también de De la Cruz, que se anotó su segunda victoria profesional tras la conseguida el año pasado en la Vuelta, cuando se vistió con el jersey rojo en Oviedo. Y para que Soler volviera a evidenciar que a los 23 años es uno de los grandes valores del ciclismo mundial. Aguantar la rueda a Contador y hasta atacarlo no es tarea fácil para nadie.

Todas las clasificaciones en la página oficial de la París-Niza.