Despedido en Nochevieja, enterándose por Mediterráneo, cuando tenía segundo al equipo tras 16 partidos sin perder. Y eso teniendo en cuenta que, contra toda lógica, le ha ido poniendo piedras en su camino. Frank Castelló pudo comerse los turrones como entrenador del Castellón, pero no las uvas. La fijación que David Cruz tenía desde hacía meses cristalizó a pocas horas del cierre del año. Una destitución alevosa, que no se sostiene de ninguna forma a pesar de los «motivos disciplinarios» esgrimidos en el comunicado del club, que vuelve a torpedear al vestuario y zarandea otra vez de mala manera a la afición, que no podía creerse tamaña sinrazón. Incluso la elección del nuevo entrenador, el cántabro Manu Calleja, pasaba a un segundísimo plano.

Apuraban Castelló y los jugadores las vacaciones antes del reencuentro, esta tarde, en Castalia. Ellos y todo el mundo se afanaban en los preparativos de la despedida de un año y la entrada en otro cuando, vía correo electrónico, el club notificaba esta doble decisión de prescindir de un entrenador y poner a otro en su lugar. El principal protagonista, la víctima, al fin y al cabo, nada sabía cuando se enteraba así de su destitución. Tardaba un buen rato en leer el mismo e-mail, pero ni falta que le hacía: estaba despedido. Como Cruz no podía recurrir a los manidos «motivos deportivos», adució «disciplinarios».

El caso es que hacía tiempo que Castelló sabía que tenía la guerra perdida. Sin embargo, él y sus jugadores fueron ganando partidos (y batallas), con los que fueron retrasando el fatídico desenlace. Ahí está la racha de 16 partidos sin perder con la que, incluso, el bocairentí pensó que estaba a buen resguardo. Qué va.

EL DETONANTE // La dirección deportiva, Saúl Suay y Ramón Moya, llevaban tiempo persuadiendo, en el último momento, del despido, decisión única y personal de Cruz, quien se la comunicó cuando ya la había ejecutado, pese a que el mismo comunicado habla de una resolución de la comisión deportiva. Lo cual demuestra que Cruz está muy solo, pero que va camino de estarlo aún más (habrá que ver qué postura adoptan) y que, traspasando esta nueva línea roja, no atiende a ningún razonamiento coherente. Dicen que los animales heridos son los más peligrosos.

Castelló no se sintió a gusto con Cruz casi desde el principio. La idea del presidente de obligarle a que una coach conviviera con el vestuario hizo saltar por los aires la relación. Castelló logró que Susana Fernández no se inmiscuyera en su trabajo, a costa de saber que, ese día, había firmado su sentencia de muerte (o sea, de despido). Desde que, en víspera del partido en Orriols, tuvieron una bronca, incluso dejaron de hablarse. Ya no había vuelta a atrás, máxime cuando Cruz pasó a dificultarle cada vez más su trabajo, despachando a varios futbolistas, retrasando las nóminas y/o pagando selectivamente...

Dentro de esta inverosímil decisión, quién sabe lo que habrá influido la última sorpresa que Cruz le tenía preparada a Castelló: el sábado expiraba el acuerdo por el cual el club le pagaba el alojamiento en un hotel (según el contrato, era esto o 400 euros mensuales para este menester).

EL SUSTITUTO // La resolución es tan disparatada, que pese a que había dado muestras de que David Pérez Lizaga sería el relevo de Castelló (Cruz es un habitual en los partidos del filial), ha firmado a un entrenador de fuera.

En fin, un paso más hacia el abismo. El que da Cruz, arrastrando consigo al Castellón.