Castellón y Villarreal B siguen sin ganar después de tres jornadas (1-1). Albinegros y amarillos ofrecieron un trepidante derbi, que tuvo de todo, desde una atmósfera de Primera División (13.000 espectadores), a buen fútbol, polémica, tensión... Un punto que no les saca de pobres aunque, paradójicamente, ninguno de los dos terminó especialmente preocupado...

Lo más normal es que ni unos ni otros ronden las posiciones que ahora ocupan, pero les está costando arrancar más de la cuenta. El primer filial amarillo se sintió más cerca de la victoria, pero no sacó tajada ni al tempranero 0-1 (al cuarto minuto) ni a jugar prácticamente toda la segunda parte, desde el 53’, en superioridad numérica debido a la roja directa a Eneko Satrústegui, que abortó con un claro derribo el mano a mano de Simón Moreno con Álvaro Campos.

El partido hubiese caído del lado del Castellón si le hubiesen restado los primeros siete u ocho minutos de cada parte. Primero, por el 0-1; a la vuelta del vestuario, porque adoleció de nuevo de la intensidad que requiere un partido así. Al final, hizo de tripas corazón y, con raza, defendió el botín, más que buscar ampliarlo, ante un público tan entregado, que tanto al descanso como al final del encuentro despidió a los suyos como lo hubiesen ganado. Y eso que, de momento, dos puntos de nueve no colman las expectativas de nadie...

MAYORES PRECAUCIONES // Tanto Sergi Escobar como Miguel Álvarez alteraron sus equipos más de lo que se intuía, ambos enfocados a fortalecer sus equipos, a raíz de la vulnerabilidad mostrada en los dos primeros encuentros. El respeto, mutuo, era grande.

Sin embargo, lejos de pretender el control del derbi desde el inicio, los dos equipos se lanzaron a la yugular del otro. Samu Chukwueze, un futbolista llamado a despuntar en la élite, merodeó el 0-1 en el tercer minuto y, al siguiente, habilitó a un Enric Franquesa que rompió a los locales por el eje de la zaga para superar a Campos en su salida.

El Castellón, aupado por un público que ni en esas tuvo un ápice de reproche para los suyos, protagonizó una furibunda reacción, con José Carlos Fernández, de nuevo, cargando al Castellón a sus espaldas. Pero el obligado cambio de Alfredo Máyor, en el minuto 12, significó un punto y aparte en la respuesta.

DE LA PUNTILLA AL EMPATE // Si bien el balón era enteramente de los orelluts, el Villarreal B no dejó de acudir, puntual y peligrosamente, a los dominios de Campos. Rubén Mesa rozó el 0-2, pero el aplaudido David Cubillas (entró por el alicantino), Satrústegui, José Carlos y Rafa Gálvez, ahora sí, empezaron a probar a Joan Femenías, a quien su entrenador mantuvo bajo palos pese al grave error cometido en el descuento del anterior partido, que propició la victoria del Hércules.

Pero hete aquí que el derbi pudo saltar por los aires, cuando Rubén García protagonizó una acción similar a la del penalti a favor en Sant Andreu, solo que esta vez ni hubo penalti ni expulsión: amarilla, y gracias.

Simón y Mesa merodearon otra vez el segundo tanto groguet, pero una serie de pérdidas de balón hicieron crecer Castalia y, por arrastre, al equipo albinegro. Cubillas, como si de un pívot de baloncesto se tratara, dejó de cara para que Hicham Khaloua se sacase un potente trallazo al que Femenías pudo hacer poca oposición. Todavía quedaban cinco minutos (y tres más de alargue) de primer tiempo, en los que Ramón Verdú y sobre todo Gálvez no andaron demasiado lejos de completar la remontada.

LA HISTORIA SE REPITE // El descanso les sentó mejor a los amarillos que a los albinegros. Enric menguó, pero comenzó a aparecer de nuevo un sensacional Samu. Campos tapó el remate de Simón, pero ni por esas espabilaron los orelluts. Mesa se descolgó y Simón aprovechó una autopista sin peaje para plantarse ante el portero valenciano. Satrústegui no tuvo más remedio que derribarle, en el semicírculo del área.

Empezaba otro encuentro. Si el Castellón había tenido el mérito de adueñarse de la pelota frente a un adversario que hace de su posesión su principal seña de identidad, ahora tocaba aguantar.

Escobar se vio obligado a recomponer el equipo, más aún cuando Verdú también tuvo que pedir el cambio, en una reconfiguración no exenta de riesgo, con el amonestado Rubén en el carril derecho y, en el izquierdo, un Luismi Ruiz que volvía a disputar unos minutos después de casi siete meses de una lesión, una operación... Samu levitaba sobre el césped de Castalia, que a veces convertía en añicos las ayudas de los locales, aunque es cierto que a los amarillos, en esos últimos metros, les sobró precipitación o egoísmo para aprovechar la superioridad numérica.

En esa media hora larga de 10 contra 11, lo cierto es que el Villarreal B no estuvo tan cerca del gol como en algunos tramos del primer tiempo. Ninguna ocasión tan clara como la de Carlos Delgado, que haciendo de 9, estrelló su remate, en el área pequeña, en el cuerpo de Joan Femenías.

RESISTENCIA // Donde no llegaban las fuerzas, donde cada ataque visitante conducido por los jóvenes pero talentosos futbolistas amarillos, ahí estaba Castalia, animando, incansable, premiando el esfuerzo y el coraje de los suyos en condiciones adversas. El empate se daba por bueno, a pesar de que llevar apenas dos puntos, a estas alturas, está lejos de las expectativas creadas y alimentadas por el discurso triunfalista del club.

Un punto al que tampoco borró la sonrisa en el rostro de Álvarez, satisfecho por le entrega y cambio de registro de los suyos en un ambiente en contra que muchos de ellos nunca han vivido, consciente de que tiene un bloque en fase de crecimiento.