Mientras el CD Castellón, deportivamente hablando, se encamina hacia la fase de ascenso, el futuro del club, que pasa por un cambio en la gestión, continúa igual de atascado que en las últimas semanas.

Los posibles compradores (la vía castellonense de Pablo Hernández, Àngel Dealbert y compañía; el proyecto de Impala y un grupo de capital norteamericano; y los chinos de Ledus) se encuentran con la dificultad que supone negociar con David Cruz, las peculiares formas de pago que propone y su nada disimulada intención de seguir en el club. Pero, sobre todo, lo que más frena a los inversores, es la propia situación económica de la entidad.

Según la documentación a la que han tenido acceso los distintos aspirantes, calculan que la deuda del Castellón se ha incrementado, desde la salida de la situación concursal, en más de un millón de euros. La junta de accionistas de diciembre aprobó un agujero, la pasada campaña, de 375.000 euros, que en esta ha crecido ostensiblemente después de seis nóminas pendientes a plantilla y cuerpo técnico, otros tantos meses sin pagar a Hacienda...

Un obstáculo, por tanto, para que se registren movimientos en esta última fase de la ampliación de capital que abierta desde hace una semana, concluye, después de 15 días naturales, el día 9...