Rescatado por un gol de Diego Costa en el minuto 78, resolutivo en la prórroga con dos tantos y oportuno en cada error defensivo del Real Madrid, el Atlético conquistó su tercera Supercopa de Europa (2-4), mejor en los detalles que un rival vulnerable en Tallin, que tuvo el título en su mano con el 2-1 de Ramos.

Partido sensacional del delantero hispano-brasileño, por sus tantos, su entrega, despliegue... Porque, sin él, probablemente, el éxito habría sido imposible, como sin el golazo de volea de Saúl en la primera parte de la prórroga, que desequilibró ya invariablemente un encuentro que sentenció instantes después Koke, con la frustración merengue, derrotado en una final internacional 18 años después.

DUELO EN LA CUMBRE // Ni siquiera el verano ni una pretemporada tan condicionada aligeran ni la dimensión ni la emoción ni las vibraciones ni la pasión ni la tensión del derbi más grande de Europa, menos aún en estos tiempos. Son dos equipos para luchar por todo, disputar cada título, reinar en Europa... Y no admiten ningún tipo de excusa.

No las hay desde su ambición ni la configuración de sus plantillas, ni tampoco las proponen desde el césped. Había futbolistas casi recién aterrizados de sus vacaciones, pero compitieron con todo en el estadio Lilleküla, un campo minúsculo con apenas 12.500 espectadores, para un partido tan enorme: agitado, en ebullición, a toda velocidad, prácticamente al primer instante.

Diego Costa solo necesitó 50 segundos para desnudar las debilidades defensivas del Madrid, que se rehizo en cuanto encontró a Marcelo, Bale e Isco, fabricando metro a metro, pase a pase, la respuesta al primer golpe. No fue inmediata en el marcador, tampoco apabullante ni mucho menos, pero sí convincente. Benzema cabeceó un centro del galés y empató antes de la media hora.

DEL 0-1 AL 2-1 // Una acción tan simple como efectiva niveló el duelo. El 1-1 provocó que los dos contendientes estuvieran más pendientes de los riesgos que de los beneficios en el segundo acto. Hasta que una mano prescindible de Juanfran, quizá accidental, a lo mejor provocada por la pugna con Benzema, acabó en un penalti transformado por Ramos.

La sensación era que los blancos tenían medio título en el bolsillo. De regalo a regalo, porque Marcelo permitió una nueva igualada en Tallin, esta vez a cargo de Diego Costa. A la prórroga.

El Atlético se adueñó definitivamente de la Supercopa de Europa en el tiempo extra con los goles de Saúl y Koke, que evidencian la vulnerabilidad del Madrid postCristiano y postZidane.