El Castellón va tan lanzado, que la suerte, que quizás no es tan caprichosa y sí sonríe a cada uno según un determinado estado de ánimo, ya le permite ganar partidos en la primera jugada. Como ayer frente al Buñol (3-0). Un balón de Escudero desde 70 metros, que bota sin que nadie lo toque y que acaba inesperadamente en Carrillo, que rubrica el 1-0 a los 12 segundos. No eran los cuatro o cinco que marcaba el marcador de Castalia, que empezó a contar cuando el ilicitano ya había pegado el pelotazo, pero, en cualquier caso, un gol casi de récord que allanó la quinta victoria consecutiva de los orelluts.

Dos semanas preparando este partido, por aquello del obligado parón... y, desde su mismo nacimiento, el Castellón, si no lo tenía ya ganado, prácticamente.

El Buñol demostró entereza. No le pudo ni el escenario ni la situación. Los orelluts perdieron el mando del encuentro… si es que llegaron a tenerlo en algún momento. Fútbol aseado y vertical el del cuadro valenciano, recién ascendido, que insistió machaconamente por medio del martillo Da Silva, aunque su mejor ocasión fue de Joel. Todas ellas entre los minutos 15 y 20, generadas por regalos (literalmente, fallos en la entrega) de los locales. Les mató lo de siempre: no en vano, es el equipo menos realizador, con solo 8 tantos en 17 jornadas.

Marenyà y Meseguer, que llevaban un buen rato persiguiendo sombras, recuperaron provisionalmente el esférico para los albinegros. El primero lo intentó desde lejos y el segundo estrelló la pelota en el poste tras un celebrado gesto técnico. Preludio del 2-0, con Pruden templando una falta para que, entre los centímetros que poblaban el área pequeña valenciana, emergiera nuevamente Carrillo, doblando la ventaja aún camino de la media hora.

TODO RODADO // El Castellón, instalado en su cómodo colchón, cedió la pelota descaradamente a su rival, que ya no tenía la misma fe que antes a la hora de buscar la portería de Campos. El cronómetro desgranó los minutos que restaban para llegar al descanso, con la sensación imperante de que si el Castellón no se complicaba la existencia, el repóquer ya estaba a buen recaudo.

El paso por los vestuarios no sirvió de aliciente en un partido que no varió un ápice respecto a las consecuencias inmediatas del segundo tanto del barcelonés. Querer y no poder de un contrincante cada vez más entregado y un Castellón que se sentía extraño: acostumbrado a verse por detrás del marcador, obligado a remontar en las segundas partes, vivía instalado en la placidez de un marcador que si bien no era holgado, sí le permitía respirar.

EL TERCERO // Sí, Castalia se aburría, habituado a la montaña rusa que acaban siendo las comparecencias en casa. Así, la grada trataba de sacudirse el tedio pidiendo un penalti, gritando con sorna el nombre del portero del Buñol (Vicente), aplaudiendo los cambios (el de Juanra, obligado por una leve lesión)…

En esas, el 3-0 acabó por hacer acto de presencia, casi sin pretenderlo, con Antonio siendo generoso para que Meseguer incrementara su cuenta personal y se afianzara como pichichi insospechado del equipo (min. 73). Gerard, que tuvo minutos por delante hasta de Lolo, rondó el 4-0.

Al menos, compensó una segunda parte sobrante (a decir verdad, más bien una hora: el 2-0 ya había acabado con el Buñol, cansado de remar sin llegar a ningún sitio). Triunfo que acentúa el efecto Ramírez (18 puntos sobre 21), situando sextos a los orelluts, pero empatados ya con los cuartos. H