El Villarreal recibió un castigo demasiado duro y totalmente exagerado en el Camp Nou. El 4-1 no hizo justicia al buen partido de los amarillos, que tuvieron chances en momentos puntuales para alimentar un sueño Champions que tras la derrota es casi una quimera, aunque mantiene la dependencia de sí mismo para concluir entre los seis primeros. El equipo de Escribá siempre fue a por el partido y acabó recibiendo cuatro goles que desdibujan sus buenos momentos de fútbol valiente y distinguido.

El Villarreal obligó al Barça a sacar lo mejor: Neymar, Suárez y el dios Messi. Ellos marcaron las diferencias y firmaron el triunfo justo de los azulgranas, pero demasiado abultado. El campeón mantiene el sueño de revalidar el título. Ahora, el del Villarreal es acabar en plazas de Europa League.

El Submarino se aferró al suyo, de Champions, saliendo a por todas. Y nunca, pese a la grandiosidad del escenario y de los nombres de Messi, Iniesta, Suárez, Neymar... le tuvo miedo al Barça. Le jugó de tú a tú y solo la mala fortuna impidió que se marchara al descanso con algo positivo. En medio de tanta estrella, en el Villarreal brilló con intensidad una que sonará en los próximos años en el fútbol español y que ahora viste de amarillo: Rodrigo. El heredero natural del ausente Bruno se marcó una primera parte espectacular en el Camp Nou.

Escribá cumplió su discurso de la previa y el Submarino salió a ganar. Y dispuso de sus buenas ocasiones. Defensivamente, pese a los dos goles recibidos antes del descanso, el equipo había defendido con orden y con un espíritu colectivo encomiable. A los Messi y Neymar solo se les puede vigilar tejiendo una ordenada cadena de sociedades a lo largo del terreno de juego, con coberturas sincronizadas, unidas a la concentración y solidaridad de todos.

El 4-3-3 del Barça se medía al 4-4-2 del Villarreal, con la presencia, finalmente, de Álvaro González en la zaga, un centro del campo sin bandas naturales pero con mucho talento en la periferia (Soriano y Jonathan), Rodri y Manu Trigueros en el eje de las operaciones de la medular y el tándem Bakambu-Soldado arriba.

GOLES AFORTUNADOS / La suerte se alió con el conjunto azulgrana en sus dos primeros goles. El 1-0 llegó en una acción que hubiera detenido el partido durante más tiempo del normal en caso de videoarbitraje. Neymar rompió la línea defensiva amarilla en la frontera de lo legal y lo ilegal, dejando muchas dudas y con la decisión acertada por cuestión de centímetros. La cuestión es que el gol del brasileño subió al marcador a los 20 minutos. El Villarreal lejos de marcharse del partido se metió más en él, capitaneado por un Rodrigo capaz de mover el balón con criterio y talento y pelear cada pelota con ese poderío físico que le distingue.

El premio a la actitud y al buen trabajo de los hombres de Escribá, que plasmaba la igualdad absoluta entre ambos conjuntos, llegó con un acción en la que Bakambu rompió, también al límíte pero claramente en posición reglamentaria, a la defensa azulgrana, plantándose solo ante Ter Stegen y batiéndole por bajo.

DEL POSIBLE 1-2 AL 2-1 / Nueve minutos después, el griterío del Camp Nou se convirtió en un silencio que solo rompía el latido de los corazones de la afición azulgrana. Un centro preciso de Soriano sobre el punto de penalti era rematado con ventaja por Soldado, pero al 9 se le marchó, por centímetros, el remate fuera. Y en la última acción del primer tiempo, Messi conectó un tiro desde la frontal que tropezó en Mario y despistó a Andrés. 2-1 y al vestuario. Injusto, pero real.

El Villarreal continuó con su idea. Defendiendo bien y tratando muy bien el balón, dirigido por un catedrático de tan solo 20 años que recibió su título de futbolista top en una de los grandes estadios del planeta. Rodrigo lo hizo todo perfecto. Robó más balones que nadie y jugó con criterio siempre. El Villarreal salió a por el empate decidido. Y fue sorprendido a la contra en un despiste global. El Barcelona fue mucho más pillo que los amarillos, que se quedaron protestando una acción de fuera de juego y lo pagaron en un fulgurante contragolpe que culminó Luis Suárez.

Ni con el 3-1 se rindió el Villarreal. Bakambu dispuso de la ocasión del 3-2, pero el congoleño no anduvo listo en la definición y perdonó a Ter Stegen en su salida. El Submarino siguió tratando con cierta irreverencia al Barça y buscándole. Pero este equipo de Luis Enrique, pese a todos sus defectos, cuenta con demasiadas varitas mágicas. Si un día la de Messi no está engrasada, aparece la de Neymar, y si no la de Luis Suárez. Ante el Villarreal todas lucieron.

PENALTI Y SENTENCIA / Un penalti innecesario de Jaume Costa firmó un resultado demasiado escandaloso para lo que aconteció. El 4-1 final ni refleja el buen partido de los amarillos ni las sensaciones de que dejó el choque entre dos equipos que entienden el fútbol con un romanticismo especial. Perder siempre duele, pero si se hace como lo hizo el Villarreal en el Camp Nou, un poco menos. El Villarreal sigue dependiendo de sí mismo para estar entre los seis primeros.