El semblante de Garrido al acabar el partido lo decía todo. El técnico ha quedado tocado, muy tocado, tras una derrota que certifica un 2011 horrible. “No depende de mí”, se limitó a apuntar cuando se le preguntó, en la zona mixta, si creía que su cargo corría peligro. Hasta ahora Fernando Roig ha defendido a capa y espada al técnico, incluso en los peores momentos, cuando el equipo ha tocado zona de descenso. Ayer, al Villarreal le salvó el empate del Racing para acabar el año fuera de zona de peligro, aunque con los mismos puntos, 15, que el 18º, el Sporting.

Nada más acabar el partido, las sensaciones de Garrido no eran tremendistas, en la línea de sus manifestaciones de las últimas semanas, a pesar de que los resultados han sido negativos. “Internamente, la sensación es que hemos visto muchas cosas muy buenas de muchos jugadores. Más que en partidos anteriores”, decía el entrenador. La percepción de la derrota en Pamplona adquiriría, seguramente, tintes más dramáticos tras la reunión de unos 25 minutos que mantuvo en la sala de espera de la puerta de embarque con el presidente, Fernando Roig, y el consejero delegado, Fernando Roig Negueroles. Los tres, padre e hijo y el técnico, fueron los últimos en subirse al avión de regreso. La cara de Garrido era de circunstancias. ¿Ultimátum? ¿Decisión drástica en las próximas horas? La respuesta, en estos momentos, solo la tiene Fernando Roig. Tras aterrizar en Manises, de nuevo el trío formado por presidente, consejero delegado y entrenador abandonó el aeropuerto valenciano a toda velocidad.

De momento, lo único seguro es que Garrido seguirá siendo entrenador del Villarreal hasta la cita del miércoles ante el Mirandés. Asegurar algo más, en estos momentos, es aventurado. Objetivamente, con los números en la mano, todo juega en su contra. Once victorias y once empates en los 38 partidos de Liga del 2011; es decir, solo el 38% de los puntos disputados. La temprana eliminación en la Champions, sin tan siquiera el consuelo de la Europa League… Ya no son solo los números los que producen malas sensaciones. Las cabezas caídas de los jugadores amarillos denotan una falta de confianza en el técnico que, cara a la galería, se ve camuflada por las muestras de apoyo en las declaraciones públicas.

La cercanía del partido de Copa ante el Mirandés ha motivado la decisión de mantener al técnico hasta el miércoles. A partir de ahí... Esto es fútbol. H