A los centrocampistas les pesaba el balón una tonelada a la hora de transportarlo a la portería rival. Y si faltaba algo el Recre le dio a probar al Villarreal su misma medicina y le hizo correr tras el balón. Si dominando la pelota al Submarino le cuesta en exceso generar peligro, desposeído del control era la imagen de la ingenuidad. Toribio no conectaba nunca con Senna y las imprecisiones se repetían una y otra vez.

Si el Villarreal se mostraba inferior en la batalla del talento, más de lo mismo en la disputa de los balones divididos. El amaneramiento cuando tocaba poner la pierna era alarmante. El Recre tocaba y tocaba mientras su rival sufría para dar tres pasos seguidos. Los onubenses dieron dos serios aviso a Mariño. Por el contrario, el primer atisbo de que en el Nuevo Colombino jugaba uno de los teóricos aspirantes al ascenso llegó en una acción aislada de Hernán que estrelló el balón en el larguero. Y nada más. Cavenaghi se desesperaba como un náufrago en una isla perdida. Una tímida reacción, un pequeño ataque de orgullo, pero insuficiente para un equipo con el presupuesto más alto de la categoría.

Velázquez no logró modificar la dinámica. Su primera decisión fue sustituir un delantero por otro. Cavenaghi, condenado al fracaso con el fútbol que desarrolla ahora el Villarreal, fue sustituido por Uche. El nigeriano tampoco aportó nada. Un error garrafal en la entrega de Lejeune condenó definitivamente a un Villarreal que deambulaba como un alma en pena. Alexander cogió el balón y encaró con una verticalidad que en el actual equipo de Velázquez es una cualidad desconocida y fusiló a Mariño.

El gol no espoleó a un Villarreal sin patrón definido y que muestra una carencia absoluta de gen competitivo. Un tiro de Moi en los últimos diez minutos se convirtió en el único indicio de peligro sobre la portería de Alejandro, portero ayer en funciones del Recre. Y si faltaba algo más, Hernán vio dos amarillas en cinco minutos. El Villarreal se quedaba una vez más con 10.

LA PUNTILLA // Pero lo peor estaba por llegar. El árbitro le echó una mano al Villarreal al perdonar la roja directa a Mario por agarrar a Valle cuando encaraba a Mariño. En el descuento, el Recre puso la puntilla con una acción eléctrica de Valle que culminó una derrota más humillante de lo que reflejó el 2-0 final. El Submarino naufragó estrepitosamente en Huelva. Alerta máxima. Julio Velázquez no da con la tecla del buen juego; pero, lo que es peor, parece haber perdido las riendas. H

Un Villarreal sin alma ni corazón ni gen competitivo. No hubo reacción; todo lo contrario. El equipo amarillo fue, lamentablemente, a menos y pudo salir goleado de Huelva. No solo fue una cuestión de actitud, en el Nuevo Colombino también falló la aptitud. La imagen que ofreció ayer el Submarino enciende las alarmas en la 10ª jornada y supone un serio toque de atención para un equipo que no tiene otra meta que no sea el ascenso. Un tiro al larguero de Hernán y un disparo con intención de Moi fueron los únicos brotes verdes de los amarillos, que volvieron a exhibir goteras en una defensa donde la ausencia de Mellberg resquebrajó la solidez sobre la que se había asentado el Villarreal.

Si quieres que las cosas cambien es preciso modificar la actitud. El Villarreal no encuentra su norte. Ni tampoco el sur. La primera parte fue un calco de la de una semana atrás ante el Huesca. Un equipo plagado de buenos futbolistas que no sabe a qué juega. Y lo que es peor, lo hace con una marcha de velocidad menos que sus rivales. Velázquez sigue sin encontrar la tecla adecuada para que su equipo ofrezca un buen fútbol y ya se ha cumplido casi un cuarto de campeonato. El técnico sorprendió a todos con el cambio en la portería dando entrada a Mariño por Juan Carlos y, finalmente, se decidió por dar la manija del equipo a Manu Trigueros, alineando a dos puntas de perfil diferente como Hernán y Cavenaghi. Las ausencias de Bruno y Mellberg fueron reemplazadas por Lejeune y Toribio. Tanto uno como otro mantuvieron vivo en el recuerdo al sueco y al de Artana. El fondo de armario del Villarreal no dio la talla.