Han sido tres semanas marcadas por el dolor y el sentimiento en el seno del Villarreal. Después del descenso a Segunda División, todavía quedaba una noticia mucho más trágica y cruel porque la muerte, sin duda, no tiene marcha atrás.

La muerte de Manolo Preciado un día antes de ser presentado como entrenador amarillo ha demostrado que la categoría de las personas y de los clubs sale a colación en los momentos difíciles. Si el técnico cántabro recientemente fallecido ya había hablado maravillas a sus más íntimos de los tres hombres que dirigen la entidad y del funcionamiento del Villarreal en el escaso tiempo que tuvo para disfrutar de su nuevo cargo, la figura del club ha salido fortalecida por el comportamiento que tanto Fernando Roig, Roig Negueroles y José Manuel Llaneza han demostrado en estos momentos tan difíciles para la familia Preciado como para el círculo íntimo del técnico.

La figura de Preciado había causado un gran impacto personal en el consejero delegado del Villarreal, quien junto a José Manuel Llaneza mantuvo una toma de contacto personal en Valencia con el aquel entonces solo candidato a sentarse en el banquillo del Madrigal. El positivismo y la fuerza de Manolo Preciado fue lo que decantó la balanza en favor del técnico cántabro, aunque su método de trabajo no estuviera tan a la última como el de otros de los técnicos seleccionados.

Solamente unas horas después de enterarse de la muerte de su entrenador, Fernando Roig Negueroles ofreció a su equipo de trabajo, que llegaba junto a Preciado, la continuidad en el club y el cumplimiento íntegro de las condiciones pactadas pese a que el jefe del grupo no iba a estar al frente. Josep Alcácer, quien iba a ocupar el puesto de segundo entrenador, y Gerardo Ruiz, preparador físico, nunca olvidaran el gesto que tuvo el Villarreal, aunque ambos prefirieron no aceptar el ofrecimiento, posiblemente porque entendían que no tenía sentido continuar después de la muerte de Preciado. Un gesto que honra al Villarreal. H