Parece tener cara de mayor pero aún no ha cumplido los 24 años. Y todavía no hace uno que Alberto Contador lo designó como su sucesor. Enric Mas (Artà, Mallorca, 1995) tiene alma de escalador, de viejo escalador, de los que enamoran gracias a sus demarrajes en las montañas, los que cuando escalan los montes parece que lo hagan por autopistas sin que importe el peaje de los percentajes. El Quick Step, su grandioso equipo, lo ha designado como jefe de filas para la Vuelta y él espera no defraudar para ser uno de los grandes animadores de la ronda española que comienza el sábado día 25 en Málaga.

Si se cita el nombre de Miguel Induráin hay que recordar una anécdota suya. Hace unos pocos años acompañaba a las carreras ciclistas a su hijo mayor, Miguel como él, que quiso seguir los pasos del padre antes de enamorarse de los triatlones. De tal palo, tal astilla, pensaban los seguidores, los que se acercaban al pentacampeón del Tour y le preguntaban si el chaval sería tan bueno como él. Y Miguel señalaba a Mas, solo un poquito mayor que su hijo, y les decía a todos que ese mallorquín espigado, casi siempre sonriente, ese, ese era el bueno.

Escapado en el Angliru

Luego lo recomendaron para el equipo de promesas impulsado por Contador y no tardó nada en ganarse el cariño ciclista del madrileño, hasta el punto de que lo invitó a una concentración invernal del Tinkoff, por aquel entonces su equipo. Y así Mas pudo deleitarse pedaleando por Sicilia junto a Contador y Peter Sagan, otra de las figuras apuntadas a la Vuelta.

El año pasado debutó en la carrera, sin presión, con un Quick Step que confiaba en David de la Cruz -jefe de filas del Sky para la ronda española- pero que a la vez, sin responsabilidad para la clasificación general, le dio libertad de movimientos, que aprendiera el arte de este deporte colándose en alguna fuga. Y hasta se atrevió a escaparse en el Angliru por delante de Contador, en el último día de gloria ciclista del madrileño.