Se asustó Busquets. Se asustó Luis Enrique. Se asustó el equipo. Y hasta Ricard Pruna, el médico, iba más que inquieto cuando corría por el césped para ver ese maltrecho tobillo derecho.

Busi se retorcía de dolor en Ipurua, temiéndose lo peor. Cuando Pruna llegó y tocó ese tobillo, pidió inmediatamente el cambio, al igual que todos los compañeros del mediocentro que descubrió Guardiola hace casi nueve años y que sigue ahí, convertido no solo en uno de los capitanes sino en pilar del Barça.

Escalante, el argentino que tuvo el premio de llevarse la camiseta de Messi, impactó con dureza y Busquets se quebró. Pero, al final, es un problema menor.

Ya en el vestuario de Ipurua, Pruna tranquilizó a Lucho, convencido de que no sería tan grave como temieron. El pilar del Barça es casi indestructible. Solo puede doblarse un poco cuando dañan los ligamentos de su tobillo. Además, es siempre el mismo: el derecho. Así ocurrió en Vila-real hace casi dos años cuando dejó el césped en camilla. Entonces, todos se asustaron, pero aquella sindesmosis en el tobillo solo le hizo perderse tres encuentros, su peor racha como profesional.