El Castellón saldó una de sus deudas con la afición, a la que no hacía disfrutar con un triunfo en casa desde el 31 de agosto. Los albinegros doblegaron con mucha más holgura que el 2-1 al Crevillente, que solo nubló la soleada mañana con su gol en el minuto 90. Castalia, por fin, pudo gritar ¡este sí es nuestro Castellón!

El choque nació deshilachado, con los dos equipos despertando al balón a base de golpetazos, aunque dos delicatessen de Meseguer y Antonio serenaron a los locales, que comenzaron a gustarse juntando pases que, aunque en zonas intrascendentes, contagiaron las buenas vibraciones a la grada, decidida a pasar la habitual página con la que arranca, inexorablemente, cualquier partido en Castalia (bronca a Cruz).

Con todo, era ruido y pocas nueces, porque salvo un cuellazo de Carrillo, fofo a las manos del portero del Crevillente, el 0-0 no corría peligro. Todavía.

EL ‘FACTOR ANTONIO’ // Después de mucho tiempo sin un 9 puro, el Castellón empieza a entender lo que supone contar con alguien como Antonio, no solo buscando sus remates, sino prolongaciones, segundas jugadas… El murciano, fundamental en la remontada imposible de Elche, contribuyó al 1-0 posibilitando la cabalgada de Pruden, que dejó a Meseguer, al filo de la posición antirreglamentaria, mano a mano con Nacho. Parecía que el vila-realense no iba a llegar pero alargó la pierna y tradujo el buen partido en ventaja en el marcador (min. 27).

Definitivamente, este era otro Castellón. No cometió el error de hace 15 días, cuando tras adelantarse, retrocedió metros para facilitar la remontada del Orihuela. El 2-0 no llegó producto de una jugada muy elaborada, pero Jesús López por fin hizo de su potencia y zancada una virtud para ir eliminando rivales. Los albinegros aseguraban los tres puntos antes de haber consumido 40 minutos.

El triple cambio del Crevillente en la reanudación espabiló ligeramente a los alicantinos, hasta entonces inexistentes. Una reacción tan pasajera como inocua. El Castellón se tomó un respiro de un cuarto de hora antes de comenzar a coleccionar ocasiones. El 2-0 era, incluso, injusto.

El partido moría, pero aún hubo tiempo para que a más de uno se le cerrara el estómago, con la paella ya a punto. Campos se desgañitaba pidiendo más tensión a los suyos, que no se dieron por aludidos cuando el Lolo del Crevillente rozó el empate, a 10 minutos del final. Jaime Jornet sí dio la razón al portero con un auténtico golazo, justo en el 90’. Menos mal que solo hubo tiempo para un par de acciones más, aunque esta vez hubiese sido un castigo inmerecido, por el partido casi redondo de los locales. H