A veces las cosas no son como parecen y otras no parecen como son.

El aspecto de las gradas de Castalia en la mañana de ayer con solo 600 espectadores, cuando el Castellón se jugaba la permanencia en Tercera con la visita del líder, no es ni mucho menos lo que parece. El CD Castellón, y lo constato cada vez que un aficionado me interroga y muestra su disgusto por el club albinegro, preocupa e interesa a más gente de la que parece en cualquier punto de la provincia. Gente como Jorge, de Ca Felipo en Benafigos, que sufren en su alma la situación actual son miles pero están hastiados del secuestro que vive el CD Castellón.

Escuchando el discurso de Ramón Moya y David Cruz, puede parece que la permanencia sea un éxito que nos obligue a una celebración en la fuente de Castalia. Todos nos alegramos de la victoria ante el Eldense y respiramos porque ya no hay peligro de descenso, pero somos conscientes de que el Castellón debería haber peleado por subir.

Este equipo no es tan malo como parece apuntar la clasificación, pero ha sido víctima de una tortura china por parte de Cruz, quien ha generado alrededor del club un ambiente irrespirable. Jugadores como Guille Vázquez, que ayer lloraba de alegría y alivio, son un orgullo para la camiseta albinegra.

Yo siempre he creído que el cargo de presidente del CD Castellón era un privilegio ostentarlo. Cruz lo ha mancillado con una línea de conducta que dista mucho de los principios básicos de la educación. No se puede vivir siempre colgado de la amenaza, el desprecio y el insulto, más cuando se representa a un club, para mí histórico, como el CD Castellón. Los profesionales que trabajan en Mediterráneo han sufrido, y sufren, sus iras y el veto y prohibición, bajo amenaza de sanción a los jugadores aun en contra de su opinión, para que sean entrevistados por el periódico de Castellón. Por eso, la llamada que recibió el periodista de esta casa, Ismael Mateu, el jueves en su teléfono solo sirve para discernir con más nitidez lo bueno de lo malo, lo educado de lo incorrecto y la clase del macarra. No es agradable descolgar el móvil y escuchar: “Todos los de tu periódico sois unos mierdas y tú el primero”. Sobran comentarios. Ese es Cruz que no soportó que un hombre como Tabares le cantara las verdades del barquero y ayer fuera coreado por la afición. Y lo digo yo, que seguramente no hubiera apostado por ese tipo de futbolista, pero sí que el Huracán se merece respeto como persona y profesional.

Tampoco creo que el grupo que empezó la temporada bajo la dirección de Jorge Peris fuera tan malo. Claro, cuando se pretende fichar jugadores, hacer alineaciones y gestionar, es decir, ser presidente y técnico a la vez, pasa lo que pasa. Es decir, que en lugar de pelear por el ascenso, te hundes en el barro por la permanencia. Ni su socio Manolo García soporta ya a Cruz.

El actual presidente presume, y empieza ya a ejercer un cierto chantaje emocional con que el club está a punto de desaparecer y se erige en el salvador. Es cierto, y se lo reconozco, que en un momento determinado se convirtió en el bote salvavidas, pero eso no autoriza al capitán del barco a llevarlo a la zozobra. Por eso le pido a Cruz, en nombre de la mayoría silenciosa, de la mayoría de gente que quiere con locura a su Castellón, que facilite el camino para salvar el club y otorgue facilidades para buscar una solución, junto al administrador concursal, y no convierta el club en una agencia de autocolocación laboral. Luego el tiempo, mejor dicho la jueza, pondrá a cada uno en su sitio dentro de esa demanda en la que un albinegro al que tengo en estima como Conrado Marín se juega su patrimonio él a solas. No lo olvido porque es así, aunque luego haya también quienes se cuelguen a costa de Conrado un sinfín de medallas. El Castellón vive, y lo seguirá haciendo cuando Cruz se marche, porque son muchos los que aún se emocionan con su himno o disfrutan viendo a un equipo vestido de albinegro en la categoría que sea. Soy, y seremos del Castellón, en 2ª Regional, 3ª División o Primera. El secuestro terminará algún día. Los insultos nos dan más fuerza para pelear por lo que creemos... y queremos. PPO. H