A la hora de encontrar algo que resuma, de una manera gráfica, el estado de la afición del Castellón, no se me ocurre otra cosa mejor que recurrir a la fábula de la rana hervida. Se lo resumiré rápidamente: una rana es introducida en una olla fría cuya agua se va calentando poco a poco. El animal se va sintiendo cada vez más a disgusto, pero se adapta a la creciente temperatura cuando podría reaccionar saltando fuera..., hasta que llega un momento en el que ya no puede hacer nada y termina quemada y muerta.

Pues bien, para quien no haya encontrado las analogías, la rana es la afición del Castellón y David Cruz, quien sube la temperatura de la olla, que también podría ser Castalia. Llega un momento en el que a fuerza de calentar al personal, de intentar no achicharrarse, acaba dejándose llevar, sin poder de reacción cuando lo ha podido hacer mucho antes.

Más allá de lamentar lo que sucede, llevo, desde esa fatídica Nochevieja, intentando ponerme en la cabeza del presidente/consejero delegado y ver qué tipo de ventajas le aporta esas decisiones erráticas que toma. Sabiendo que la principal vía de ingresos prevista es la taquilla de los play-off, destituir al entrenador en las condiciones en las que lo hizo y dejar entrever una remodelación más importante de lo que la plantilla pide, sin duda, está haciendo todo lo que no debe hacer, por no hablar de la despedida de jugadores, el adegalzamiento del cuerpo técnico, el horrible estado del césped de Castalia...