Hierro ya es historia en la Roja. El técnico malagueño no seguirá como seleccionador, un cese que se daba por descontado tras el descalabro mundialista, por más que el míster recordara que se iban invictos de Rusia.

Pero también declinó retomar el cargo de director deportivo, para el que se había comprometido hasta el 2022, en busca de «nuevos horizontes y nuevos retos profesionales».

«La RFEF quiere destacar los valores profesionales y humanos de un extraordinario deportista», decía el comunicado federativo, que agradece «su compromiso y sentido de la responsabilidad al ponerse al frente del combinado nacional en una situación extraordinaria, así como en el desempeño de todas sus funciones en la que siempre será su casa».

Rubiales se encuentra ahora con dos vacantes por cubrir. Acaso la más apremiante sea la de director deportivo, en tanto que es la figura que debería elegir al seleccionador. Desde que llegó al cargo en el 2007, la Federación no conoce otro director deportivo que no sea Hierro. En su primera etapa, eligió a Vicente del Bosque como sustituto de Luis Aragonés y desde los despachos levantó la Eurocopa del 2008 y el Mundial del 2010 en Sudáfrica.

Tras dejar el cargo en el 2011, y sin que se cubriera su puesto, volvió a Las Rozas el año pasado de la mano de Vicente Casado, nombrado por Luis Larrea, máximo responsable de márketing en pleno caos por la operación Soule, que llevó a la cárcel a Villar. Pero el triunfo electoral de Rubiales supuso la salida de Casado, lo que seguramente ha hecho más fácil la decisión de Hierro.

lOS POSIBLES SUSTITUTOS / Esta vez, sí habrá alguien que ocupe su puesto. Los exinternacionales Carlos Marchena y José Francisco Molina son los mejor colocados para hacerse con el cargo. El sevillano ya estuvo trabajando para la selección en el Mundial. Rubiales pensó en él para hacer de enlace entre los internacionales y la federación tras el terremoto que supuso el fichaje de Lopetegui por el Madrid y su posterior destitución como seleccionador.

La incorporación de Marchena podría derribar, sin embargo, el listón de «lealtad» que puso el propio presidente de la Federación al fulminar a Lopetegui.

El excentral tiene contrato con el Sevilla como ayudante de su director deportivo, Joaquín Caparrós. Rubiales pidió personalmente a Pepe Castro que le cediera temporalmente a Marchena para ayudar a salir de la comprometida situación que vivía la selección en Rusia. Una incorporación no acordada con el Sevilla estaría fuera de lugar.

Más sencillo sería el desembarco de Molina, el que fuera portero entre otros del Atlético de Madrid y de la selección. El exguardameta fue entrenador en las categorías inferiores del Villarreal y el Getafe, antes de dirigir en Hong Kong, India y, la pasada temporada, en México.

La decisión no se puede dilatar, puesto que en dos meses España debutará en la nueva Liga de las Naciones, una de las vías que darán acceso a la Eurocopa del 2020, y lo hará contra dos semifinalistas del Mundial: Inglaterra (8 de septiembre) y Croacia (11). Robert Martínez, el actual seleccionador de Bélgica, se ha añadido en los últimos días a los que suenan desde que la Roja se despidió del Mundial en el Luzhniki: Michel, Luis Enrique y Quique Sánchez Flores.