El ciclismo no siempre es justo con los parias del pelotón, con los gregarios que quieren vivir su día de gloria en el Tour. Aquí no se perdona a nadie, los apellidos, famosos o no, no cuentan. Y si no solo hace falta comprobar la lista de bajas encabezada por Chris Froome y Alberto Contador, los dos máximos favoritos hace ya dos semanas en la salida de Leeds. Aquí tampoco vale el nombre cuando se golpea y se estropea la bici, ni las pájaras, ni nadie frenará, a 25 metros de la meta para permitir lo que sin duda era un triunfo merecido en Nimes tras 200 kilómetros de escapada. La fuga ha muerto este domingo sobre la publicidad del asfalto, allí donde el pelotón ha devorado a Martin Elminger, el primero en ceder, y Jack Bauer, un neozelandés que ha llorado de pena, en un rincón de la meta, sin creer lo que le había pasado. Ya tocaba la victoria con el manillar cuando el noruego Alexander Kristoff, del Katusha, le ha pasado como un cohete. Increíble pero cierto.

Tríptico pirenaico

En tránsito hacia los Pirineos, en lo que debía ser una jornada más, sin historia, con los fugados de cada día que han resistido más allá de lo esperado, con tormenta aunque con calor, algo así como una ducha fresca, el pelotón ha llegado a Nimes tan lanzado, con la pareja fugada a 20 segundos, que luego han sido 10 y finalmente cero. Triunfo al esprint, el último hasta que se pasen los Pirineos, con las dos etapas más duras de este Tour (el miércoles final en Pla d’Adet y el jueves en Hautacam) y el primer contacto con la cordillera, en Bagnères de Luchon, el martes, con la siempre apreciable presencia de Balès y su descenso hacia meta.

Este lunes, descanso en Carcassonne, con Vincenzo Nibali instalado en la primera plaza y con Alejandro Valverde, segundo y perseguido por los 'delfines' franceses Romain Bardet y Thibaut Pinot.