El Villarreal es quinto en la mejor Liga del planeta fútbol con 50 millones de presupuesto y un 50% de su plantel formado por jugadores salidos de las inferiores. A un punto de puestos Champions (Valencia) y a cinco del Atlético. Hoy todo el mundo alaba la explosiva calidad de Cheryshev, prototipo del jugador moderno del que les hablaba hace tres semanas, y de la velocidad de Vietto. Y con merecimiento absoluto. Pero este Villarreal de Marcelino le debe muchos puntos al fútbol invisible, menos aparente a los focos y que se escapa a los ojos de la masa. No me refiero solo, que también, al estricto control del peso y la alimentación, al trabajo del fenomenal equipo médico que capitanea el doctor Adolfo Muñoz, o a la videoescuela de Marcelino que ha ayudado a corregir errores y progresar a un defensa como la copa de un pino como Gabriel. Uno solo tiene que ponerse en la parte alta de la tribuna o presenciar un partido del Villarreal con una visión que acapare todo el terreno de juego. Es decir, cómo se mueven sin balón los jugadores, cómo se repliegan ordenadamente y se disponen para presionar al poseedor de la pelota del equipo rival, al igual que las basculaciones o las permutas defensivas, o la colocación en las acciones a balón parado. Para mí, forma parte del espectáculo. El Villarreal es un equipo muy trabajado tácticamente. Es lo que llamo los goles del fútbol invisible. Es el premio a las horas y horas de trabajo que no se ven en los campos de entrenamiento de hombres como Rubén Uria, Ismael Fernández, Pablo Manzanet, Unanua... que cuando acaba un partido ya están preparando el siguiente. ¡Cuántas veces les he visto pegados en el ordenador, en los viajes de regreso del Villarreal desde cualquier destino!

‘EXPEDIENTE X CANI’. Muchos se preguntan por la reubicación de Jonathan dos Santos como interior, cuando su posición natural es mediocentro. Puede que no sea la demarcación en la que más rinde, pero lo que sí he observado es que el Villarreal es un equipo más sólido y competitivo con el mexicano en la medular. Igual que la fórmula Rukavina como interior en algunos partidos, puesto que Espinosa apenas cuenta. Bruno son palabras mayores porque hablamos de uno de los mejores de Europa en su puesto. Trigueros es una garantía de talento y, ahora, también de trabajo. De Cheryshev, solo esperar que el Madrid no le ponga un precio muy alto porque es un jugador diferencial. Moi ha madurado muchísimo. Pero para afrontar tres competiciones son necesarios también otros hombres como Pina y un cuarto hombre de banda. En principio, Cani formaba parte de lo que podía denominarse once titular. Pero la lentísima recuperación de una lesión, podríamos decir poco importante, se ha convertido en un expediente X. En el último año, la aportación de Cani ha sido mínima y el Villarreal necesita un jugador determinante en esa posición de interior. ¿Qué pasa con Cani? Espero que en el 2015 se resuelva el misterio. Mientras, auguro salidas y alguna entrada en enero. Estén atentos.

EFECTO CASTALIA. Por fin el CD Castellón es líder, aunque sea empatado con el Ontinyent. Y de ahí no debe bajarse ya el equipo de Calderé porque ser primero ofrece un porcentaje elevado de ascenso a 2ª B. Se habla de efecto Calderé, pero para mí el verdadero grial albinegro es su fiel afición. Ayer, 4.500 aficionados en un partido de 3ª. Muy buen ambiente y mucha gente joven entregada a su equipo. Es el efecto Castalia el que mantiene vivo a este club, que ha pasado por manos de muchos desalmados. Pero tampoco quiero quitar ni un ápice de mérito a Calderé, uno de los pocos que rezuma esa humildad que se necesita para ascender. Me gusta su estilo y su forma de actuar. Un día hablaremos del técnico. Guardo con cariño en mi móvil una decena de mensajes de alegría de otros tantos buenos aficionados del Castellón que anoche durmieron felices. El CD Castellón y los miles de aficionados que ríen y lloran con él se lo merecen tras tantos años de sufrimientos y penumbras. PPO.

¡Feliz Navidad! H