Estas circunstancias, unidas al estilo de un rival con vocación de jugar de tú a tú, confirieron al choque un ritmo vivaz, si bien la acumulación de errores en los pases y las imprecisiones eran constantes. Al Villarreal le faltaba control y denotaba cierta aceleración en sus acciones. Jonathan y Moi estiraban el juego del Submarino pero, por su movilidad y verticalidad, le restaban posicionamiento y, sobre todo, precisión.

EL MAL DÍA DE FARINÓS // A todo ello se unía que Farinós no tuvo su mejor tarde y cometió errores de bulto importantes. El primero, a los 23 minutos, ya pudo costa el 0-1, en un pase hacia atrás que acabó siendo una asistencia a Chuli que el joven delantero onubense estrello en el poste. El segundo error de Fari, en el primer minuto de la segunda parte, acabó en gol. Montoro le quitó un balón con la defensa descolocada y Berrocal fusiló a Juan Carlos.

El Villarreal funcionaba a impulsos, con una versión más vísceral y menos racional nada habitual en un equipo tan cerebral. El Submarino afrontó el encuentro desde el minuto 1 como si estuviera jugando el tramo final y el marcador en contra. El revés del 0-1, en los albores del segundo acto, obligó a Marcelino a mover el banquillo y dar entrada a Cani y Juanma. El Villarreal continuó moviéndose a base de corazón, pero muy falto de lucidez e ideas para encarar el área visitante.

EL MEJOR VILLARREAL // Curiosamente, los instantes de más serenidad del juego de los amarillos llegaron en los 10 minutos finales. Senna cogió la batuta y los onubenses empezaron a sufrir. El Madrigal apretó como nunca, encrespado por un árbitro que cometió errores de bulto, como perdonar la segunda amarilla a Montoro o mostrarse muy permisivo con la reiteración de faltas.

Marcelino se encomendó a Gerard Moreno. El Villarreal generó más ocasiones en 10 minutos que en los 80 anteriores. La falta de acierto volvió a ser funesta hasta que un centro preciso de Juanma, con su pierna izquierda, encontró la cabeza de un delantero especial y con muy buenas maneras como Gerard Moreno, quien marcó un gol que puede valer un ascenso. Aunque el empate se vea como un pase atrás en la lucha por subir, su importancia se valorará dentro de unas semanas.

El Villarreal rescató un punto de oro para seguir en la pelea. H

Al Villarreal le sobró corazón y le faltó cabeza, aunque precisamente con esas dos armas pudo salvar un punto de oro en el minuto 87, con un testarazo de Gerard Moreno que servía para empatar un partido que estaba cuesta arriba desde el minuto 46. Pese al traspié ante el Recreativo, la lucha por el ascenso directo sigue intacta. Girona y Las Palmas, eso sí, han aprovechado la jornada para sacar dos puntos a los amarillos. Si se quiere ver la botella medio llena, se acumulan nueve jornadas sin perder... y todavía restan 11 para el final.

Las bajas pesaron mucho. Al Submarino le faltó el empaque de equipo grande de otros días, pero lo cierto es que contrajo muchos más méritos que el Recre para ganar. Pero tal como se desarrolló el choque, el 1-1 sabe a gloria.

Marcelino tuvo que rediseñar el equipo ante las ausencias de hombres clave, unas por los compromisos internacionales (Aquino) y otras (Bruno) por la incomprensible decisión de los comités de no corregir un error arbitral, además de Manu o Hernán.

El gran afectado era el centro del campo y el técnico tuvo que poner a un delantero como Jonathan incrustado en la medular, junto a un extremo de proyección ofensiva como Moi. El dibujo era el 4-4-2 habitual, pero con una parcela ancha inclinada hacia el ataque por las incorporaciones de estos dos futbolistas. El balance defensivo lo intentaban compensar Senna y Farinós. Con todo, el Villarreal presentó una cara distinta, condicionada por las características de sus jugadores. Bruno le confiere más pausa al equipo y Aquino una capacidad de trabajo que oxigena notablemente y transmite equilibrio.