Cada fin de semana en algún campo de la geografía española se repite la misma historia. Los niños y niñas esperan con impaciencia que llegue el sábado y algún padre más impulsivo y descontrolado de la cuenta convierte un partido de fútbol en una bronca para desfogarse. Ha ocurrido siempre, pero ahora con las nuevas tecnologías esos escándalos son más visibles. Las imágenes, por ejemplo, de las trifulcas ocurridas en Andorra y en Mallorca en las últimas semanas reflejan esa vergüenza que hay que atajar por completo de inmediato.

Es por este motivo que las federaciones territoriales se han puesto manos a la obra para que la situación cambie. La Federació Catalana de Futbol (FCF) ha extremado sus esfuerzos para combatir la violencia en los cuatro últimos años. «Cada fin de semana se disputan aquí 5.000 partidos y se registran unas 60 incidencias graves por año», asegura Oriol Camacho, secretario general.

También antes de que se produjeran los últimos incidentes en el fútbol de formación, la Federación de Fútbol de Madrid (RFMF) acordó la implantación de escuelas de padres «con el fin de hacerles llegar la preocupación de la federación por estas circunstancias que venían sucediendo, aunque nosotros no hemos tenido casos graves desde hace dos temporadas, en que hubo una agresión a un árbitro», afirma Casildo Caricol, vicepresidente deportivo.

También, a propuesta de Caricol, se va a ir en la dirección marcada por la federación andaluza para implantar un programa de Juego Limpio. El dirigente asegura que es un «problema de educación y convivencia» y apunta otro factor: «La seguridad de los campos no está cubierta al 100% por las limitaciones que hay. No se puede poner un policía para cada padre o jugador».

‘El respeto gana’

En otros lugares de España también se han llevado a cabo fórmulas para atajar la violencia de los padres en los partidos de sus hijos. Una de las más exitosas comenzó hace un año en Murcia bajo el lema El respeto gana y se ha ido implantando de forma escalonada. Los padres cogen de la mano a sus hijos y les acompañan en el desfile inicial que hacen los dos equipos y los colegiados desde que salen de los vestuarios hasta el centro del campo. Los jugadores locales inician el saludo a los futbolistas rivales y luego hacen los mismo los padres.

Este gesto también ha sido aplicado en otros lugares y el pasado fin de semana se pudo ver en Tarragona.