La noche de Singapur siempre brinda carreras espectaculares por sus luces, por las increíbles vistas de la ciudad, por los monoplazas de F-1 surcando sus calles entre focos. El gran premio se ha ganado el cartel de clásico a pesar de su juventud, apenas siete ediciones. Pero lo que realmente define su espectacularidad es su extrema dureza, siempre al límite de las dos horas de un esfuerzo atroz para los pilotos, y la garantía de que el coche de seguridad hará acto de aparición. La neutralización -ha ocurrido siempre- agrupa los coches y voltea las estrategias. La de ayer perjudicó a Fernando Alonso, que se había ganado el podio tras una espectacular salida en la que se colocó segundo, y puso contra las cuerdas a Lewis Hamilton, que necesitó lo mejor de su talento y de su magnífico Mercedes para completar un último relevo excepcional que le reportó la séptima victoria del año y el liderato del Mundial.

NUEVO LÍDER // Sumó 25 puntos que se envolvieron en oro con el abandono prematuro de Nico Rosberg, su compañero, su rival, su pesadilla. Con Rosberg fuera de combate desde la salida por un problema en el volante, el camino parecía expedito para Hamilton, que no tuvo problemas para hacer valer su pole en la primera curva y tomar distancia mientras los Red Bull se peleaban con Fernando Alonso.

Con el asturiano segundo, llegó el rifirrafe entre Adrian Sutil y Checo Pérez que acabó con el alemán sancionado y el mexicano extendiendo las piezas de su alerón delantero por toda la pista. Fue necesaria la entrada del coche de seguridad, que arruinó la estrategia de Alonso. Estaba obligado a cambiar -por reglamento- de compuesto, y lo hizo. Regresó a pista por detrás de los dos Red Bull, que no se detuvieron, tampoco Hamilton. Seis eternas vueltas con la carrera neutralizada dieron aún más vida a los Red Bull, que no sufrían desgaste en sus ruedas, lo que les permitió llegar al final sin hacer una parada más. Alonso se pegó a ellos, pero era imposible adelantar, no con este Ferrari, no ante dos Red Bull en un circuito donde el motor importa menos y cobra importancia la carga aerodinámica, su mayor virtud. H