El Castellón sigue empeñado en complicarse la vida, cada vez más cuando el tiempo es cada vez menor. Fiel a su sino, pasó del sueño a la pesadilla en escasos minutos, los que mediaron el madrugador 0-1 de la concatenación de errores impropios y castigos ajenos, a caballo entre los cinco minutos finales de la primera parte y el arranque de la segunda. La salvación, que ahora marca el Borriol, continúa estando a un suspiro (un punto), pero las sensaciones que ofrece el equipo, cuando daba la impresión de que Ramón Moya ya lo había hecho funcionar, no invitan a un optimismo desmesurado. Qué va.

un 4-3-3 // Con Yagüe en la convocatoria pero lejos de su plenitud física, el técnico ilerdense apostó por el plan B. Tres cambios en el once, pero sobre todo, su puesta en escena, con un 4-3-3, cuyo sello principal fue avanzar a Postin unos metros. Sin tiempo para calibrar el acierto o no de la revolución, los albinegros ligaron la única acción de peligro en toda la tarde cuyo resultado fue un controvertido penalti a Lois. Hugo engañó a Vicente Flor y colocaba el 0-1 cuando el público todavía entraba en el Luis Suñer Picó.

El Castellón tuvo controlada la situación hasta el minuto 20, aproximadamante. Una sucesión de jugadas a balón parado despertaron al Alzira de su siesta. Adrián Murcia comenzó a aparecer cuando sus compañeros parecían más pendientes de caer en la trampa de los jugadores locales. Sin embargo, en el 43’, una acción ya sufrida hasta la saciedad, un contraataque en medio de la autopista, terminó con la obligada falta de Guille Vázquez sobre Fabassou. Segunda amarilla... y como las desgracias nunca vienen solas, el trallazo de Óscar Prats significaba el empate.

De nada sirvió el paso por los vestuarios. Las correcciones de Moya y el nuevo planteamiento saltaron por los aires antes de cumplirse el segundo minuto de la reanudación: Onrubia cabeceó un saque de esquina de Rafa Gimeno. El otro exalbinegro en las filas locales, Adolfo, construyó el 3-1, culminado otra vez por el lateral derecho Óscar Prats, en una jugada que reflejaba el desmoronamiento del Castellón, apenas al cabo de tres minutos del tanto del central azulgrana.

Con prácticamente toda la segunda parte por delante, la sensación es que podían caer muchos más, pero al Alzira se contuvo, pese a otro tanto anulado, al larguero de Lucas Bou, a las maniobras de Clausi... Para entonces, el Castellón ya hacía una eternidad que había arrojado la toalla. H