Gabriel Gorce es uno de los ejemplos de superación más firmes de la provincia de Castellón. El esquiador alpino, criado en Nules, padece una deficiencia visual que no le ha impedido cumplir todos sus sueños y romper barreras. A sus 23 años, ha logrado ganar la medalla de bronce en la prueba de supercombinada de los Juegos Paralímpicos de Invierno de Sochi, una hazaña que consiguió hace un mes junto a su guía, Arnau Ferrer.

El centro deportivo de la Diputación en el que estudió, Penyeta Roja, lo ha recibido con honores en su Semana Cultural. Gabi, que es como se le conoce cariñosamente, ha dado varias charlas en el colegio y les ha explicado a los alumnos cómo fue la experiencia de Sochi. “Trabajé muy duro durante los cuatro años previos a los Juegos para llegar en las mejores condiciones y pude conseguir un bronce en supercombinada y dos diplomas paralímpicos por los séptimos puestos en las pruebas de descenso y el gigante”, contó a más de 200 jóvenes, que lo escucharon atentamente.

El joven esquiador reside en la actualidad en Puigcerdà (Girona) y entrena en las pistas de La Molina. Con frecuencia practica también en Pas de la Casa (Andorra) y, durante el otoño, se desplaza a Austria, Francia y los Alpes italianos para buscar las mejores condiciones posibles. “Mi próximo reto es hacer un buen papel en el Campeonato del Mundo de Panorama (Canadá), que se celebrará el año que viene”, afirma Gorce, que espera poder estar entre los cinco mejores tiempos de la competición.

La temporada de esquí alpino, que se desarrolla entre diciembre y mayo, está a punto de finalizar. Los entrenamientos son casi interminables para él y su guía, que emplean entre cuatro y cinco horas para esquiar por las mañanas y trabajan dos horas más en el gimnasio por las tardes. “La confianza en la persona que me guía debe ser total porque se convierte en mis ojos. Hay que preparar muy bien la sincronización entre ambos”, relató el deportista, que se comunica con Arnau Ferrer a través de un intercomunicador y un micrófono, ambos conectados por bluetooth.

La historia de Gabriel Gorce es todavía más meritoria si se tiene en cuenta su complicada infancia. Además de la pérdida paulatina de visión, tuvo que afrontar graves problemas familiares y madurar siendo apenas un niño. Cuando cumplió 16 años, su entrenadora quiso hacerse cargo de su custodia y lo acogió en su casa como a un hijo más. De este modo, la joven promesa del esquí alpino abandonó Castellón, se trasladó a los Pirineos y lo apostó todo al deporte.

MÚSICO Y SURFISTA // Además de practicar esquí, desde bien pequeño es un apasionado de la música. Toca la guitarra y compone sus propias canciones, hobby que le gustaría poder convertir en profesión cuando se retire. También es aficionado al surf, que practica durante sus vacaciones de verano.

Pero más allá de su faceta deportiva y artística, sorprende la impecable actitud de Gabriel ante la vida. Su permanente sonrisa, su ánimo vitalista y soñador y su cercanía lo convierten en una persona admirable. Un joven que se ha crecido frente a la adversidad, que ha salido fortalecido de cada golpe y que, día tras día, lucha por hacer realidad sus metas. H