No existe una vara de medir el albinegrismo. Cada seguidor siente a su equipo con la pasión que le nace y no por exteriorizarla más o menos se es más o menos del CD Castellón. En el club de la capital de la Plana ha habido un relevo en el banquillo tras la destitución de Frank Castelló, dando el salto al primer equipo de Sergi Escobar, con un extenso currículo en categorías regionales, con varios play-offs y un ascenso.

Tengo buena relación con el míster orellut, un tipo cercano y que nunca escurre el bulto. Desde que era segundo entrenador del Almazora ya se le veía un apasionado y un técnico con hambre de crecer desde la humildad.

Además, Escobar lleva tiempo rodeándose de gente como él, implicada, estudiosa y muy currante, como Delfín Babiloni o Sergi López. Y junto a ellos, a quienes más conozco es a Héctor Mohedo y Carlos del Río, que viven —al margen de sus vidas privadas— por y para el fútbol.

Todos ellos tienen un denominador común: son del Castellón hasta la médula. Los primeros, por afición; Mohedo porque lo ha mamado desde la cantera hasta ser jugador del primer equipo, y Carlos porque se ha criado con el escudo en el pecho bordado por su difunto abuelo Leoncio Del Río, quien fuera tantos años socio nº 1 del CD Castellón.

No sé si les saldrá bien o mal, personalmente percibo que triunfarán. Lo que tengo claro es que todo lo que hagan lo harán con ilusión, la ilusión que les llega desde el corazón.