El domingo 25 de septiembre perdía la vida una de las grandes promesas del béisbol. Uno de los mejores lanzadores de toda la MLBmurió en un accidente marítimo al estrellarse con una lancha contra el Government Cut, un rompeolas artificial en la costa de Miami Beach, Florida.

El joven pitcher, de 24 años, tenía un prometedor futuro como pelotero profesional. En sus tres años en la liga, con los Miami Marlins, había firmado el mejor ERA (computo de carreras concedidas por nueve entradas) como local desde que se empezó a contar la estadística. Pero el mito de José Fernández va mucho más allá del béisbol. El cubano fue un luchador con una historia profunda.

ESCAPANDO DE CUBA

Después de crecer en la ciudad cubana de Santa Clara, Fernández quiso abandonar un país consumido por un régimen asfixiante. En su adolescencia llegó a embarcarse tres veces en un intento desesperado de alcanzar Tampa Bay, en Florida, donde se había establecido años antes su padrastro. Los dos primeros intentos de huida acabaron en detención y en penas de prisión.

En el 2008, el pelotero decidió cambiar de destino y probó ir a México. Y después jugársela a cruzar la frontera con Estados Unidos. Una noche, durante su cuarto intento por el mar del Caribe, alguien cayó de la embarcación y Fernández saltó sin dudarlo a ayudar en medio de un tremendo oleaje. Al alcanzar el bote de nuevo, se dio cuenta de que había salvado a su madre.

Ya en México, él y su madre consiguieron mudarse a Tampa Bay, donde luchó muy duro para salir adelante. En el 2011 fue elegido por los Miami Marlins con el número 14 en la primera ronda del draft. A Fernández solo le llevó una año impresionar a todos los técnicos de sus equipos de las ligas menores y tras un corto periplo por la granja de Miami, fue ascendido a las mayores. En el 2013, José Fernández iba a debutar en la MLB.

Cuando, por fin, consiguió un sueldo digno, intentó proporcionarle todo tipo de comodidades a su abuela, que seguía en Cuba. Ella siempre se lo agradeció pero reiteró que solo necesitaba una radio para escuchar sus partidos.

Poco después, el joven lanzador conseguiría un visado para su abuela, con lo que pudo mudarse a Miami. Ya allí, se convirtió en asidua del Marlins Park para ver en directo a su nieto. Se cuenta que su abuela le daba indicaciones sobre los bateadores rivales antes de cada encuentro.

UNA GRAN PÉRDIDA

La madrugada del 25 de septiembre, José Fernández, junto a dos amigos, chocaron con una lancha contra un rompeolas a gran velocidad y murieron. El mar, donde sobrevivió tantas veces, le dio ahora su final, dejando un gran vacío en la ciudad y en su familia. Su pareja espera un hijo suyo.

El cubano era conocido como un chico muy familiar que solo pensaba en jugar al béisbol y pasar todo el tiempo posible con su familia y pareja. Además, Fernández era un tipo carismático, siempre sonriente, que se había ganado el cariño de Miami por su juego y sus acciones fuera del campo.

Sus Marlins le pudieron homenajear con una victoria en el partido del pasado lunes. Sus compañeros vistieron su número, la última vez que alguien lo llevará en la organización de Florida, pues ha sido retirado. Ganaron entre lagrimas persistentes durante todo el encuentro.