Los resultados avalan a Kiko Ramírez (el Castellón suma tres victorias consecutivas y cuatro en las cinco jornadas que el tarraconense lleva a los mandos del equipo), así que sus métodos, inusuales, cuentan con el beneplácito absoluto. Ayer, a la conclusión del entrenamiento, cogió a sus chicos y, después de compartir mesa y mantel, se los llevó al cine.

En poco más de un mes, Ramírez ha organizado una barbacoa en el aparcamiento de Castalia, se ha llevado a la plantilla a tomar una cerveza después de un entrenamiento en el estadio (antes de ducharse, incluso) y, ahora, a ver una de las películas más esperadas de este año. Ocho apellidos catalanes les sirvió para echarse unas risas, con vistas al complicado encuentro de mañana en el campo municipal de Benigànim.

Curiosamente, Ramírez ya sentó un precedente hace algo más de un año cuando, todavía entrenando a L’Hospitalet, se llevó a la plantilla ribereña a ver la precuela: Ocho apellidos vascos.

Ya es tradicional que el preparador tarraconense destaque, en sus comparecencia de prensa, la importancia que para él tienen este tipo de detalles, que quiere perpetuar también en el Castellón. Ramírez no solo se ciñe a estas iniciativas más o menos festivas, sino que las amplía a otro tipo de vertiente. Esta semana, sin ir más lejos, junto a su segundo, Iñaki Descarga, fue a visitar al juvenil Raúl Bonillo, Rulo, que el pasado fin de semana se rompió el bazo en el partido frente al UCAM Murcia (División de Honor). Después de cuatro días ingresado en la UCI del Hospital Rey don Jaime, ha sido trasladado a un centro de Valencia.

“¿Ir al cine? Es un buen método para divertirse, hacer piña... Cuantas más horas estemos juntos, mejor”, corroboraba Borja Gracia en su primer día de regreso a la disciplina albinegra. H