Javi Calleja siempre va de cara con el jugador. Su llegada supuso un soplo de aire fresco al vestuario, que le acogió con los brazos abiertos. Tiene personalidad, no se esconde a la hora de tomar decisiones y ejerce de líder, pero concede libertad al futbolista.

Teniendo en cuenta su experiencia como jugador intenta reducir al máximo los tiempos de concentración, aunque los futbolistas sí están citados a diario una hora antes de los entrenamientos para desayunar juntos.

Es siempre muy respetuoso y educado y gusta de mantener charlas individuales con los futbolistas para conocer su punto de vista sobre los diferentes temas que puedan afectar al grupo.

En resumen, marca las pautas a seguir sin autoritarismos y siendo muy cercano con los jugadores sabe estar en su sitio. Hace fácil lo que para otros sería muy difícil y quienes conocen su pasado en categorías inferiores afirman que lleva de la misma manera el vestuario del primer equipo como llevaba el del filial o juvenil.

«Tiene el don de contagiar, de que el jugador se sienta alegre y sin que se dé cuenta ofrezca el máximo rendimiento», reconoce a este periódico uno de sus colaboradores en el pasado.