En apenas cuatro días, el VAR (videoarbitraje) se ha convertido en protagonista absoluto en el mundo del fútbol. El Francia-España del pasado martes en Saint-Dénis puso de manifiesto que la tecnología —decisiva para determinar el triunfo de la Roja ante los Bleus— es necesaria para garantizar la justicia en los encuentros. Ayer, en el Estadio de la Cerámica, el Villarreal no tuvo la opción que sí disfrutó la selección española para corregir los clamorosos errores arbitrales de Ocón Arráiz, que falló en las jugadas clave y cuya actuación fue decisiva para determinar la derrota final del Submarino ante el Eibar.

Lo que fue un plácido encuentro para el trío arbitral en la primera parte, se convirtió en un despropósito nada más comenzar el segundo tiempo, cuando llegó la jugada que empezó a interferir entre los méritos de amarillos y armeros. El penalti de Álvaro González a Kike García (minuto 48) se hubiera resuelto sin problemas con la ayuda del videoarbitraje, que ha desatado una nueva guerra entre la Federación Española y LaLiga, cuyo presidente, Javier Tebas, acusa a la RFEF —directamente a su máximo responsable— de vetar el uso de la tecnología en el fútbol español. «El videoarbitraje peligra en LaLiga si Villar sigue en la Federación», señala Tebas, que ayer vería con preocupación como los fallos del colectivo arbitral siguen adulterando la competición. «Si la RFEF no adapta el VAR hará daño a LaLiga», ha insistido en los últimos días el máximo responsable del fútbol profesional en España.

«El partido se ha puesto de cara para el Eibar por una acción que no existe, como el fuera de juego de Bakambu —en la primera parte— que tampoco existe. El árbitro les ha metido en el partido», se quejaba Álvaro González, protagonista de la primera de las acciones decisivas, que incluso ironizó sobre la jugada: «Voy corriendo con Kike y se rompe el peroné... Ya lo habéis visto, no ha habido nada».

La ausencia del arbitraje supervisado desde una sala de control para las jugadas conflictivas permite que la trampa siga vigente en la Liga. «Recorto y me barre la pierna. Hay penalti. Ellos dirán que no y yo digo que sí», explicaba, sin demasiada convicción, la otra parte, Kike García, desmentido rotundamente por las imágenes de televisión.

Error inexplicable

Si la acción del penalti del 1-1 podía ofrecer dudas en el directo, no hay excusa posible para que Ocón Arráiz —o alguno de sus asistentes, incluso el cuarto árbitro— no advirtiera las clarísimas manos del examarillo Florian Lejeune en el área del Eibar (minuto 64). El francés extendió completamente su brazo para cortar el centro desde la línea de fondo de Mario, una acción tan meridiana que incluso hubiera hecho innecesario —en condiciones normales— el uso del VAR para sancionar el penalti. «El penalti de Lejeune, lo es», se vio obligado a admitir el propio técnico del Eibar, Mendilibar.

«Ojalá se pueda poner ya el VAR en la Liga y que el resultado refleje lo que sucede en el campo, que sea todo legal», reclama Bruno, que estima que «el fútbol se está convirtiendo un poco en comedia» por culpa de actuaciones arbitrales como la que ayer sufrió el Villarreal.

Marcador adulterado

El resultado de los fallos de Ocón Arráiz —fuera de juego de Bakambu y manos de Bonera, en la primera mitad, aparte— fueron evidentes. De un posible 2-0, el Eibar se plantó solo un par de minutos después de la segunda jugada conflictiva con un 1-2 que acabó por desconectar a los de Escribá. La Liga pide a gritos el uso del VAR.