La pelota está en el tejado de Nilmar. Los números del delantero en el último año natural son para echar a llorar. Solo ha marcado tres goles en 25 partidos de Liga desde el inicio del 2011 y ha rendido muy lejos del nivel que se espera del fichaje más caro de la historia del club y del futbolista mejor pagado de la plantilla.

Los que le vieron en la primera vuelta de la pasada temporada saben de lo que es capaz de hacer, y pocos dudan que con el delantero enchufado, el equipo no solo no pasaría apuros para salvar la categoría, sino que tendría muchas papeletas para luchar por cotas mayores. Sin embargo, todo depende del delantero.

Es responsabilidad de Molina el saber motivar a los jugadores que tiene en plantilla, pero el de Nilmar es un caso especial. El futbolista comprobó en el pasado mercado de invierno que en el club no están dispuestos a seguir aguantando su bajo rendimiento de forma ilimitada --de hecho el acuerdo con el Sao Paulo para su salida era total--, pero tiene que ser profesional por su bien y por el bien del Villarreal.

Contra el Athletic, el domingo, podría tener otra oportunidad para su redención, pero para ello tiene que subir varios enteros su intensidad.