Fernando Roig pegó un fuerte golpe de timón. La tercera derrota seguida, el estado depresivo que transmite el equipo en el campo y la grave amenaza de descenso provocaron ayer la destitución fulminante de Molina, apenas dos meses y medio después del despido de Garrido y de su nombramiento como entrenador.

El presidente salió del Ciutat de València acompañado del vicepresidente, Llaneza, y de su hijo y consejero delegado, Fernando Roig Negueroles. Ya tenían barruntada la decisión, que se adoptó finalmente en una reunión urgente a la conclusión del partido. Sobre las cinco de la tarde Llaneza comunicó telefónicamente a Molina que dejaba de ser el técnico.

El siguiente paso era encontrar el hombre idóneo para reflotar a un equipo que ha pasado en pocos meses de la mejor competición de clubs del mundo a un serio candidato al descenso. Hubo rápido consenso y los tres hombres que dirigen el Villarreal apuntaron a Miguel Ángel Lotina para salvar la situación a 11 jornadas del final de Liga. El equipo necesita un hombre con experiencia y acostumbrado a competir tanto en la lucha por un título, por plaza europea o la permanencia. Un hombre con mano izquierda en el vestuario y capaz de amoldarse a diferentes estilos. Lotina se adapta a ese retrato robot de entre los técnicos en paro y dentro de las actuales posibilidades económicas del club amarillo.

Roig Negueroles emprendió las conversaciones con Iñaki Ibáñez, que ayer estaba en San Mamés viendo el Athletic-Valencia. Después se produjo la primera toma de contacto con el propio Lotina para proponerle un contrato hasta fin de temporada con opción de renovación para la siguiente. Roig pone en las manos de Lotina el futuro del Villarreal. Para cumplir el objetivo, el equipo parte tres puntos de ventaja, aunque hoy habrá que estar pendientes del Espanyol-Racing. Un triunfo pericos mantendría esa distancia.

¿DEBUT ANTE EL MADRID? // La segunda destitución en una misma campaña --mismo número que en las siete anteriores-- es la última bala del presidente para rescatar del hundimiento al Submarino. El efecto Molina apenas duró un mes para diluirse poco a poco. La amenaza de la Segunda también ha cambiado el método de trabajo de un club habituado a respaldar a los técnicos. Lotina, si todo transcurre con normalidad, podría dirigir hoy a su nuevo equipo y sentarse el miércoles en el banquillo del Madrigal ante el líder. El vasco no podría tener un debut más complicado. Ganar al Real Madrid sería un refuerzo moral importantísimo. H