No corren buenos tiempos para el Castellón, que vive momentos inciertos en la cuarta categoría del fútbol español y que, además, va de luto en luto, por el fallecimiento de algunos de los emblemas, de esa serie de personajes que permanecen indelebles en la memoria de los orelluts más veteranos, hasta el punto de que ha sabido trasladar esos valores a los más jóvenes. Puede que los menores de 30 años no conozcan a Andrés Felices Martínez, aunque habrán oído hablar mucho de este auténtica leyenda, que forma parte de la historia de la entidad. Murió ayer, a los 79 años, víctima de una neumonía complicada por un virus.

No dejó mucha huella como jugador (solo nueve partidos en la 63/64, antes de estar tres temporadas en el Villarreal), pero este almeriense de nacimiento y castellonense de adopción es un mito del albinegrismo. Acabó su carrera en Suráfrica, donde recibió sus primeras lecciones como masajista, tarea que desempeñaría como orellut durante 25 años. De todas formas, fue eso y muchísimo más -incluso ejerció un partido como entrenador del primer equipo, en abril de 1997-, hasta el punto de tener su propia peña (Andrés Felices... y contentos).

Ciertos desencuentros con Castellnou2005 y la falta de tacto de estos le llevaron a abandonar el club, sin recibir nunca el homenaje que tanto ha merecido por su bonhomía, fuerte carácter y simpatía que destilaba. Entonces, pasó a ser un aficionado más, con discreción, sin hacer ruido, pero sufriendo los avatares del equipo de sus amores, al que seguía, siendo habitual de Castalia. Su hijo, también de nombre Andrés, sigue la saga futbolística, principalmente ligado a los banquillos de muchos clubs de la provincia.

El sepelio por el alma de Felices será esta mañana (11.00 horas), en la parroquia de la Sagrada Familia, en los aledaños de la Ronda Magdalena, donde residía. H