Acaba de cumplir 49 años y todavía no se ha planteado la retirada. Mila Kukartseva volverá a formar parte de la plantilla del Volei Grau Castelló la próxima temporada en la Superliga 2 femenina —el pasado sábado se disputó la última jornada de la fase regular y las graueras han sellado la permanencia— y lo hará siendo una de las jugadoras más importantes del equipo, que cumplirá su cuarta campaña consecutiva y de su historia en la segunda categoría del voleibol nacional.

Este hecho todavía da más relevancia a que la rusa siga en activo, puesto que no es nada sencillo mantenerse en perfectas condiciones físicas a una edad en la que es poco frecuente que una jugadora siga en activo en la élite. Las lesiones le han respetado y esto también ha podido influir, pero lo fundamental es cuidarse y Kukartseva siempre lo ha hecho. De no ser así, sería imposible seguir siendo referencia en uno de los clubs más importantes del panorama nacional, pese a que solo cuenta con seis años de vida.

Y todo hace indicar que su presencia sobre las pistas se prolongará «mientras el cuerpo aguante», como ella mismo indica cuando se le cuestiona por cuándo piensa retirarse. «En un principio me había fijado los 50 años —cumplió 49 el pasado 16 de enero—, pero ahora incluso me planteo seguir más tiempo. El voleibol siempre ha sido mi pasión y disfruto mucho practicándolo, y mientras pueda hacerlo compitiendo en la élite, mejor que mejor», admite. Y la clave para poder conseguirlo es «no perder nunca la ilusión», pues en la actualidad todavía va «a entrenar como si fuera el primer día».

Encantada en Castellón

Mila Kukartseva llegó al Grao en el año 2000 para enrolarse en las filas de L’Illa-Grau, que vivía sus años más dorados en féminas y en su segunda temporada logró el ascenso a la máxima categoría nacional. Fue en ese momento cuando sintió el encanto de la capital de la Plana y decidió instalarse para siempre, y eso que Murcia fue su primer destino en España dos años antes. «Me gustó, cómo no, el clima, pero también la gente. Siempre me han tratado muy bien y por eso decidí quedarme», señala. Incluso cuando se fue una temporada a Gijón lo hizo sola y su familia permaneció en Castellón. «Tenía claro que iba a volver pronto y regresé al año siguiente», recuerda.

Ya había superado los 30 años —a esa edad fue cuando llegó a España— y tras una dilatada carrera por varios continentes —desde su Rusia natal, donde comenzó a jugar con 12 años, se desplazó a Argentina— llegó a España. Y es que tras esta aventura, en la que tuvo su primera toma de contacto con el castellano, jugó en otros países europeos (Bulgaria y Holanda) antes de hacer las maletas para emprender un viaje que fue el definitivo en cuanto a lugar de residencia.

La insistencia de Varella

Cuando aterrizó en Castellón hace ya más de tres lustros lo hizo de la mano de José Miguel Varella, entonces presidente de L’Illa-Grau, que no dudó en ficharla para realizar un proyecto ambicioso. Y esta última etapa de su carrera deportiva en las pistas también tiene el mismo culpable, puesto que fue quien le ofreció volver a jugar tras ocho años retirada —después de militar en el Universidad Politécnica de Valencia, ya con 38 años, decidió abandonar—.

Varella hacía dos años y medio que había fundado el Volei Grau Castelló. Era la temporada 2013/14 y el sénior femenino afrontaba su tercera aventura en Primera Nacional. Restaban pocos partidos y el ascenso a Superliga 2 estaba muy cerca, siendo una de las jugadoras clave. «Vino y me dijo que volviera a jugar, y como cuando me fichó la primera vez, me volvió a convencer enseguida. Lo que pasa es que ahora estaba mucho más cerca...», bromea.

Han pasado ya más de cuatro temporadas de su regreso y lo que parecía que iba a ser un retorno efímero se ha convertido en una segunda etapa en la élite: «Intento aportar mi experiencia al resto de compañeras, que son muy jóvenes». Y todo, sin fecha de caducidad.