Hace menos de dos meses, la noche del 29 de octubre, el Castellón anunciaba la contratación de Calderé como entrenador. El tarraconense asistió, aún desde la grada, a una nefasta media hora inicial ante el Paterna, con dos goles regalados y una autoexpulsión. La posterior reacción local fue en vano, pero una parte de la afición reclamó la salida de los jugadores, que estuvieron cerca de empatar primero con 10 y luego con 9. Pues bien, ayer se repitió la misma escena, pero en un contexto radicalmente distinto: el Castellón va colíder, tras cinco victorias seguidas. Incluso el entrenador, haciéndose el remolón, se sumó a la petición del centenar de espectadores, de los 4.500 que acudieron al partido, que todavía permanecían en la grada, después del 4-1 al Muro.

COMO UN ‘TIRO’ // Los albinegros cierran el año en su mejor momento, empatados en lo más alto con el Ontinyent, que tiene una mejor diferencia de goles (+14, por el +12 de los orelluts). Lo cierto es que el Castellón estuvo cerca ya de asaltar la primera plaza, a medida que fue engordando el marcador, pero el tanto del honor del Muro frustró el reto, que parecía casi utópico al principio de la tarde. Y eso que no tardó mucho en abrir el marcador.

El Castellón, espoleado por la recompensa que le aguardaba, salió animoso. Calderé había contribuido con un once continuista respecto al de Utiel (no hay que tomar como referencia el copero del miércoles), pero novedoso por la distribución de espacios, con Meseguer reconvertido a solitario pivote; con Carrillo, Rubén Suárez y Canadell por delante; y Yagüe y Víctor Pino arriba.

TODO PASA POR CARRILLO // Si hay un jugador que ahora está en lo más alto de su rendimiento, ese es Carrillo. Infrautilizado por Esteva (le relegó a la Copa RFEF y poco más), ofrece un amplio espectro de recursos. Estuvo en todas, pero le faltó acierto en el estoque para salir a hombros. Aún así, el 1-0 (min. 11) y el 2-0 (min. 67) son medio suyos, dos jugadones culminados por Yagüe, otro que ha resurgido de sus cenizas.

Los orelluts merecieron al descanso más botín que el 1-0. Algún aviso esporádico del Muro aunque aparecieron opciones muy nítidas para haber doblado la ventaja. El partido nació pausado al regreso de la caseta, con posesiones inusualmente largas pero inocuas por parte de ambos conjuntos. Era la tregua antes de la tormenta, desatada en forma de goles de Yagüe, Negredo (min. 76) y Rubén Suárez (min. 87).

Faltaba solamente uno para desbancar al Ontinyent de la simbólica primera plaza, pero el árbitro quiso sumarse a la fiesta con un penalti para que el Muro no se fuera con un rosco a casa. Un tanto inútil para los alicantinos y dañino para los orelluts en su afán de alcanzar ya la primera plaza.

Con todo, lo siguieron intentando, en un frenético final en el que cualquier bien pudo haber aumentado el marcador. H