El Valencia, a diferencia del Villarreal, no disfruta esta temporada con una competición europea. El club ha vivido inmerso en problemas económicos y sociales que han lastrado los resultados deportivos. La actualidad en la capital del Turia ha pasado más por los despachos que por el terreno de juego, y en Mestalla confían en que Peter Lim, que se confirmó como máximo accionista la pasada semana, pueda aportar al fin la calma.

En las tres últimas temporadas, Pellegrino, Valverde, Djukic, Pizzi y Nuno han pasado por el banquillo valencianista.

Los contratiempos en la directiva no han sido menores. A todos los vaivenes sufridos en el proceso de venta, se suma la deuda del club, que podría ascender a más de 300 millones de euros. Además, Mestalla sigue en venta, mientras que el campo nuevo continúa en construcción --las previsiones más optimistas sitúan su inauguración para el 2019--.

La política del Valencia en los fichajes contrasta también con el equilibrio del Villarreal. 61 millones de euros -32 se han pagado este verano y 27 se tendrán que pagar el próximo-, han costado los refuerzos para esta campaña, mientras que el fútbol base che ha perdido protagonismo a marchas forzadas.

La irrupción de Alcácer y la regularidad de Gayá son las dos excepciones en una plantilla en la que salvo el delantero, el lateral izquierdo, Carles Gil y Robert Ibáñez ningún jugador ha pasado por sus categorías inferiores.

Son por tanto dos modelos que distan geográficamente poco más de 60 kilómetros, pero que están a años luz tanto en el fondo como en la forma. H