En caso se consumarse la primera incomparecencia, que conlleva perder el partido con el Llosa por 0-3, el descuento de tres puntos, una multa económica (3.006 euros) y el apercibimiento de expulsión, el Castellón estaría a las puertas del abismo más absoluto.

Con todo, en el peor de los casos, que el domingo haya huelga y la semana que viene tampoco pague Miralles, la intención de la plantilla no es la de no presentarse a un segundo partido, que conllevaría el descenso de dos categorías y la penalización de no poder ascender la próxima temporada... al menos hasta la celebración de la junta general extraordinaria de accionistas prevista para el 24 de marzo.

El vestuario entiende que esta asamblea podría ser el clavo ardiendo al que agarrarse a la hora de encontrar alguna solución ulterior. Además, nadie está dispuesto a que una circunstancia así manche el currículo de unos futbolistas que aún tienen mucha carrera por delante, lo cual supone un conflicto con la angustiosa situación económica por la que ya están atravesando... H