«Comenzó la historia de este club en el año 1981, cuando unos jóvenes inquietos, vecinos del pueblo, se juntan para crear una peña de índole cultural, deportiva, recreativa y gastronómica que, por votación, fue denominada El Tropezón». La página web del club de Tanos describe así los orígenes de la entidad. Por aquel entonces, esta localidad adscrita administrativamente a Torrelavega crecía rápidamente (ahora cuenta con poco más de 6.300 habitantes), pero faltaban ofertas de ocio. Casi cuatro décadas después, el Trope es un club conocido precisamente por su denominación, aunque nunca ha llegado a perder esos orígenes populares. Un club que, salvando las distancias, recuerda a la Peña Sport, el equipo navarro (concretamente, de la localidad de Tafalla) que, en la pasada campaña, dejó fuera a los albinegros de la lucha por el ascenso en la segunda y penúltima eliminatoria, aunque su desinteresada ayuda mitigó, en parte, la frustración albinegra.

«Familia no profesional»

La misma web deja por escrito cuáles son las señas de identidad del club: «Es una gran familia no profesional, estando su primer equipo conformado por trabajadores y/o estudiantes todos ellos». «Entre sus principales virtudes encontramos la garra y la entrega por sus colores», añade. «Reseñable también es la fidelización de la afición taniega, sin la que el club no hubiera podido subsistir desde sus inicios», recalca. El Tropezón cuenta con 25 equipos, lo que suponen alrededor de 400 jugadores.

Futbolísticamente hablando, es un fiel exponente del fútbol cántabro. Quitando al histórico Racing de Santander (ahora en Segunda B) y a la Gimnástica de Torrelavega (campeón del grupo III), al Tropezón se le puede considerar el tercer club en importancia de la región. No en vano, ha militado cuatro temporadas en la categoría de bronce y 23 campañas en Tercera, con hasta 14 clasificaciones para los play-off, aunque solo ha culminado el éxito en tres tentativas.

No obstante, más allá de su trayectoria liguera en las cerca ya de cuatro décadas de existencia, su mayor logro deportivo fue el subcampeonato de la Copa RFEF en 2001 (el Marino de Luanco alzó el trofeo). Catorce años después, el Trope alcanzó las semifinales, eliminado, curiosamente, por el Castellón, a la postre subcampeón en una edición con triunfo final del Real Unión de Irún.

Campo con coco

Otras cosas que hacen del Tropezón un club singular es la figura de Rosa Gutiérrez como vicepresidenta. O su terreno de juego: el Municipal de Santa Ana es de hierba artificial de última generación, aunque en vez de tener el habitual relleno de caucho, cuenta con cáscara de coco, que abrasa menos y es más rápida que el césped natural en seco, pero que, por contra, se vuelve extremadamente deslizante si llueve o está excesivamente regado.