Muchos de los jugadores del filial se retiraron ayer al vestuario conscientes de que será complicado que el grupo que se ha quedado a un pasito del ascenso pueda mantenerse la próxima campaña en la categoría de bronce. El Villarreal B sufrirá una remodelación obligada por las circunstancias. En unos casos, sobrepasar la edad sub-23 podrá ser un impedimento —el futuro de Dalmau, por ejemplo, ya empieza a verse relacionado con equipos de 2ª A—; en otros, la natural progresión obligará a cesiones para seguir el crecimiento en un escalafón superior a la Segunda B.

Del grupo que ayer cerró la temporada a las órdenes de Álvarez, varios están llamados a intentar demostrar al técnico del primer equipo, Calleja, su valía a partir del 9 de julio. Raba, Pau o Leo Suárez se perfilan como fijos para la pretemporada, a la que también apuntan Morlanes y Samu Chukwueze, dos de los jóvenes en los que hay depositadas mayores esperanzas.