Cuando la pasada semana hablaba con algunos compañeros de València sobre Marcelino, todos querían saber lo mismo. ¿Qué pasó para que saliera como salió del Villarreal? Dejando al margen algunos problemas en el vestuario, que ni fueron los primeros, ni serán los últimos en el mundo del fútbol, lo cierto es que los ciclos se acaban y el del asturiano en este club concluyó en agosto.

Recuerdo que cuando el técnico llegó al Submarino en enero del 2013 lo hacía con la vitola de ser un entrenador de ciclos cortos. Nunca había estado más de dos años en un mismo club hasta firmar por el Villarreal, donde estuvo tres temporadas y media. Ya firmarían ahora en Mestalla, donde los últimos años salen casi a tres entrenadores y medio por temporada, que el asturiano estuviera el mismo tiempo, logrando además idénticos resultados.

Todo tiene un principio... y también un final. Lo tuvo en el Villarreal Marcelino, lo tendrá Escribá --aunque todo apunta a que no llegará en breve, pues como se podía leer en estas páginas hace unos días se negocia su renovación--, y también algunos de los jugadores de la actual plantilla.

Si tuviera que apostar por uno que podría producirse en breve, ese sería el de Musacchio, cuya mejor versión se ha disfrutado esta campaña en cuentagotas. El argentino es uno de los mejores centrales que ha pasado nunca por este club, pero su ciclo como amarillo podría darse por concluido este verano. Cuando solo queda una jornada de Liga, ya comienza el baile de nombres.