Cuando te encuentras ante un año, este 2015, en el que estás gafado, acudes con tu peor racha de la temporada a un estadio complicado y acumulas ocho partidos sin ganar, todo punto es bueno. El Villarreal necesitaba como el comer, como mínimo, no salir derrotado de Riazor y, por descontado, volviendo a ver portería. Y lo logró anoche en A Coruña (1-1). Hacía muchas jornadas que los hombres de Marcelino no marcaban en jugada --el último tanto fue de Uche en Getafe, cuando marcó el único gol de los amarillos en el Coliseum desde el punto de penalti-- y tocaba sí o sí romper el maleficio.

Pero el de ayer era un partido rocoso, con un rival muy necesitado y exigido por su ruidoso público, y marcado por las siete bajas de futbolistas importantes con las que contaba el Submarino. No es fácil conjuntar a un equipo cuando pierdes a tu columna vertebral: Sergio Asenso, Musacchio, Bruno, Cheryshev, Giovani dos Santos y Uche, más el canterano Adrián Marín, inédito en lo que llevamos de año.

Pero Marcelino, con los mimbres que tenía y consciente de dónde jugaba, rearmó un equipo serio y trabajador, que nunca le perdió la cara al partido. Más o menos, lo mismo de siete días atrás en Anoeta o el pasado miércoles ante el Atlético de Madrid, uno de los grandes de esta desigual Liga española.

DURO CARA A CARA // El Depor salió envalentonado, cual equipo local en una eliminatoria de competición internacional. Los de Víctor Sánchez del Amo exigieron al Submarino en los compases iniciales, bombardeando balones al área de un Juan Carlos muy seguro en todo momento en su primer partido de Liga de la presente temporada, salvando, incluso, un tiro a bocajarro del local Lucas Pérez.

A partir del cuarto de hora, ya habiéndose quitado la presión coruñesa de encima, el Villarreal comenzó a funcionar. Liderados por Manu Trigueros, en consonancia con Pina, los amarillos le ganaron en el tablero de ajedrez la partida a sus homólogos Álex Bergantiños y Celso Borges.

Un primer acto en el que apenas hubo ocasiones, y en el que las pocas de las que gozó el conjunto de la Plana Baixa fueron anuladas por fuera de juego señalado a Gerard Moreno y a Joel Campbell, quien volvió a jugar de delantero a pesar de que Vietto regresaba a la convocatoria, aún con algunas molestias en la espalda. El argentino fue reservado por Marcelino para ejercer de revulsivo en la segunda mitad si la situación lo requería, como así fue. En el área contraria, la amarilla, las batallas fueron las creadas por la lucha de Eric Bailly y Oriol Riera, por una parte, y Víctor Ruiz y Lucas Pérez, a quien el central catalán no dejó ni a sol ni a sombra durante los 90 minutos.

ALEGRÍA EFÍMERA // Tras aguantar el tipo en una correcta primera mitad, Marcelino pidió a sus hombres que pusieran una marcha ofensiva más tras la reanudación. Y dicho y hecho. En una triangulación entre Trigueros y Pina, el balón es abierto a la izquierda hacia Jaume Costa, ejerciendo de extremo, quien controla el esférico y sin pensárselo, con el exterior del pie izquierdo ejecuta una folha seca digna de crack mundial. Fabricio hizo la estatua y solo pudo aplaudir.

El 0-1 llegaba en el minuto 48 y todo podía hacer indicar que el gafe de ocho encuentros consecutivos en Liga sin ganar podría romperse. Pero dos minutos después, con mucha fortuna, Celso Borges conectaba un trallazo desde fuera del área que, tras rebotar en Víctor Ruiz, desviaba la trayectoria y batía a Juan Carlos. Injusto, pero 1-1.

Con el empate y 40 minutos por disputarse, el encuentro entró en una guerra de guerrilas en la que el Submarino plantó cara a un rival que fue creciéndose a medida que pasaban los minutos. Pero fue el Villarreal el que gozó de dos claras ocasiones, en especial una de Luciano Vietto que salvó Fabricio y un trallazo de Mario que se marchó alto por poco. El Deportivo buscó las suyas por mediación de Oriol Riera, que abortó tirándose abajo un seguro Juan Carlos.

El tramo final del encuentro fue un correcalles en el que al Deportivo se le notó lo exigido y necesitado que estaba por estar inmerso en la pelea por la permanencia en Primera, mientras que al Villarreal le faltó convicción para creer en la victoria.

Visto cómo llegaba el Submarino y la racha que atravesaba, el punto debe darse como bueno. Los amarillos alcanzan los 54 puntos y, a falta de nueve por disputarse, mantienen la distancia de seguridad de seis unidades con el Athletic. Eso sí, pendiente de lo que haga hoy un Málaga que no arroja la toalla. H